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Joaquín Díaz reivindica la «memoria de las cosas, de los lugares, de los momentos, de las horas»

Nombrado Hijo Predilecto de Valladolid, Carnero le define como «un hombre de la cultura, comprometido y que siempre tiene presente a la ciudad»

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El alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, preside el acto de nombramiento de Hijo Predilecto de la Ciudad a Joaquín Díaz Ical

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Valladolid

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Jorge Guillén, Miguel Delibes, Nicomedes Ruiz y Sanz de la Peña, Rosa Chacel, Francisco Pino, Verónica Casado, Tomás Rodríguez Bolaños, José Vicente de los Mozos, Ricardo Blázquez y Enrique Cornejo tienen desde hoy un nuevo compañero como Hijo Predilecto de Valladolid: el etnógrafo, músico e investigador Joaquín Díaz, nacido en Zamora pero afincado a orillas del Pisuerga desde sus cuatro años. Arropado por más de un centenar de autoridades, familiares y amigos que no han perdido la ocasión de trasladarle su cariño, Díaz ha agradecido «un regalo inolvidable» que ha recibido «con más ilusión que méritos» y que, en sus palabras, «acrecienta la deuda» que siente con el municipio. En su emotiva intervención, ha evocado el Valladolid de sus primeros años y ha reivindicado «la memoria de las cosas, de los lugares, de los momentos, de las horas».

«Nací en 1947 en Zamora, pero nací a la vida en Valladolid, recién estrenados los años 50», ha expuesto, en una intervención cargada de recuerdos del Valladolid del ayer. «Somos de nuestra infancia, pertenecemos siempre a ella y sus recuerdos van siempre con nosotros», ha afirmado citando a Antonio Corral y antes de señalar que «una ciudad existe por algo más que por su conjunto característico o por las torres que sobresalen de ella», ya que «puede estar constituida también por el conjunto de imágenes que se albergan en la memoria de sus habitantes, que son más perdurables que los muros».

«Giner de los Ríos y Unamuno defendían la historia de las ideas, una descripción interna de los hechos que nos podía hacer protagonistas de nuestras propias historias y que nos autorizaba a usar el término Humanidad con mayúscula. ¿Qué vallisoletano no recuerda uno de los pregones con los que por las mañanas nos obsequiaban las calles bulliciosas de nuestra infancia?», se ha cuestionasdo antes de subrayar que «la seriedad del siglo pasado se impuso poco a poco a la fantasía decimonónica».

Según ha relatado en una intervención recogida por Ical, «Valladolid es un enclave propicio a las leyendas». Para el etnógrafo, «nada de lo que acontece en el campo de la tradición es superficial, y mucho menos superfluo», ya que «permite marcar el camino del acercamiento entre individuos».

«Los recuerdos acostumbran a acompañarnos durante toda la vida, y regresan cuando lo cotidiano nos asfixia», ha reconocido, antes de agradecer al Campo Grande los «momentos de felicidad» que le proporcionó en los primeros años de su vida: «Para mí era un bosque encantado, refugio místico, atajo hacia la felicidad. Era el paraíso. La libertad, si es que existe, sería como esa brisa que al acceder allí me saludaba», ha apuntado, recordando una sensación «arrebatadora e inasible». «Aquel edén tal vez solo existió en mi imaginación, pero me ha permitido dedicarle una parte de mi trabajo a esta ciudad, y a los recuerdos que de ella tengo desde que nací», ha remachado.

«Trabajador incansable»

El alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, ha aplaudido su intenso trabajo para «mantener viva la cultura tradicional» y ha repasado su trayectoria como cantautor hasta 1976, y ya centrado en «su pasión, la cultura popular», desde entonces. «Es un trabajador incansable, siempre a pie de obra y comprometido con Valladolid. En su haber tiene 70 libros, cien discos, doscientos artículos en distintos medios y sobre todo su 'Revista de Folklore'», ha afirmado antes de recordar sus estudios en torno a cuestiones como el Campo Grande, los comercios, la industria, el traje, las ordenanzas y tantos y tantos temas.

«Siempre he visto en él la expresión de hacer paz y bien en su quehacer diario, en su voz y en su mirada tierna, casi infante, con un fulgor en sus ojos que transmite todo», ha afirmado sobre el Premio Castilla y León de Humanidades y Ciencias Sociales 1998, a quien ha definido como «un hombre de la cultura de Valladolid, comprometido y que siempre tiene presente a la ciudad».

El encargado de cerrar el emotivo acto en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid ha sido el sobrino del homenajeado, Germán Díaz, que a la zanfona ha interpretado varias piezas musicales para deleite de los presentes, entre los cuales se encontraban autoridades como el presidente de la Diputación de Valladolid, Conrado Íscar; el procurador Ramiro Ruiz Medrano; el rector de la Universidad, Antonio Largo Cabrerizo; el jefe superior de la Policía Nacional de Castilla y León, Juan Carlos Hernández; el alcalde de Urueña, Francisco Rodríguez San José; el empresario teatral Enrique Cornejo; el exalcalde de la ciudad, Francisco Javier León de la Riva; el pianista Diego Fernández Magdaleno, el artista Ángel Marcos o el cronista oficial José Delfín Val.

«Esto no se paga con dinero», ha apuntado Díaz antes de agradecer el «cariño» que siempre le han transmitido sus paisanos, a quienes ha intentado devolver parte de esa cercanía con sus investigaciones en torno a la historia de esta tierra. «Siempre me ha apasionado la historia, la intrahistoria y la prehistoria de Valladolid», ha reconocido, además de reivindicar la necesidad de detener la marcha en tiempos tan vertiginosos como los actuales, ya que «mirar hacia atrás es imprescindible, porque te permite luego mirar hacia delante con esperanza».

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