por mi vereda
Incongruencia, arrogancia e ignorancia
Como los perros de momento no hablan, aunque se expresen en su lenguaje no verbal, lo lógico habría sido consultar con los veterinarios, pero como ya ocurriera durante la pandemia, ha sido un colectivo ninguneado
Como no hay dos sin tres, ya tenemos en fase de tramitación parlamentaria la Ley de Protección Animal, que viene a completar la de Memoria Democrática y la ya denominada Trans, para que nadie dude de que lo prioritario es la carga ideológica frente ... al interés general. En lo concerniente a los animales de compañía, la iniciativa parte de una dirección general del Ministerio de Ione Belarra que sigue el patrón habitual de los negociados que ocupa Podemos: legislar sin tener en cuenta ni a los interesados ni a los especialistas. Como los perros de momento no hablan, aunque se expresen en su lenguaje no verbal, lo lógico habría sido consultar con los veterinarios, pero como ya ocurriera durante la pandemia, ha sido un colectivo ninguneado. Sus críticas se han centrado en destacar las numerosas lagunas del texto por la reiterada presencia de términos confusos como «ética», la falta de base científica y la indefinición de ciertos aspectos, como quiénes van a instruir a la persona que quiera tener un perro y con qué criterio.
No menos sangrante resulta una medida tan drástica como la esterilización obligatoria, que a juicio de los veterinarios va en contra del propio bienestar animal, porque solo debe hacer en casos concretos y bajo supervisión de un facultativo. Más si cabe, cuando un planteamiento así de radical se adopta con el pretexto de frenar el abandono animal, un fenómeno alarmante en España que se puede controlar con una mejora efectiva de la identificación de todos los ejemplares y del civismo, a través de la educación. También introduce la ley el sacrificio cero, es decir, no será posible eutanasiar a un animal de compañía si existe tratamiento paliativo, a menudo muy costoso y por ello inasumible para muchos bolsillos. «Da la sensación de que es más fácil hacer la eutanasia a una persona que a un animal, tal y como está la normativa», asegura María Luisa Fernández Miguel, vocal del Consejo General de Colegios Veterinarios de España, que también muestra su inquietud por la desprotección de sus compañeros en este tipo de situaciones.
Además, recuerda que cuando un animal pierde calidad de vida por causas de senilidad o enfermedad crónica grave mantenerlo así puede rayar en el maltrato, «pero con la nueva normativa nuestro criterio no cuenta». La veterinaria explica que la falta de dotación económica de la Ley condiciona su aplicación, ya que no incluye medios necesarios para lleva a la práctica las actuaciones. Al reproche de los veterinarios se suma el expuesto hace unos días en el mismo foro de debate organizado por la Fundación Artemisan, con presencia de biólogos, ingenieros de montes y agrónomos. Entre ellos Javier Castroviejo, ex director del parque nacional de Doñana e investigador del CSIC, que denuncia tanto la incongruencia de sus artículos como la arrogancia e ignorancia de sus impulsores. ¡Qué peligrosa combinación!