POR MI VEREDA

Hacer más con menos

Modelo holandés eficiente y acertado, para nada errante, que aúna cantidad, calidad y sostenibilidad

Una de las 62 casas del municipio burgalés de Bárcena, en evidente estado de abandono ical

Según recoge el Diccionario Geográfico Estadístico de España de Pascual Madoz, fechado hacia 1845, Bárcena de Bureba era entonces villa con ayuntamiento propio, del partido de Briviesca, con 13 vecinos y 44 almas, situada sobre un alto con buena ventilación y clima saludable. Una fuente ... servía para surtir al vecindario y una parroquia de San Julián para escuchar misa. Por su terreno quebrado, no era factible un gran desarrollo agrario, pero aun así producía trigo, cebada, titos y yeros. Había también ganado, pero el autor no especifica cabezas ni especies. Hoy, Bárcena es un pueblo deshabitado desde hace medio siglo y depende del municipio de Abajas. Resisten en pie los muros calizos de sus construcciones, sean casas, cuadras o paneras, pero las paredes se agrietan, los tejados se comban hasta caer y las calles quedan semiocultas por la maleza.

Ahora, la pareja holandesa formada por Maaike Geurts y Tibur Linkedln ha comprado el pueblo, un total de 65 construcciones y unas seis hectáreas aledañas por cerca de 350.000 euros. Bárcena llevaba ya tiempo anunciada en algún portal inmobiliario especializado en este tipo de ofertas rurales. Sus propietarios, que no sabemos sin son del Ajax o del PSV Eindhoven, superan el trauma infantil de su patria con el duque de Alba y pretenden impulsar una recuperación de cara a usos turísticos, además de afianzar el desarrollo agronómico mediante la plantación de árboles frutales. Por razones obvias no pueden ser naranjos. Su objetivo inicial es de al menos mil pies, completados con arbustos, porque están muy sensibilizados con el problema de la desertificación de los suelos. Bárcena, por tanto, puede llegar a ser una «ecoaldea» gracias al esfuerzo de dos visionarios de los Países Bajos, que ya se han puesto manos a la obra para desbrozar sendas y retirar escombros.

No en vano, proceden de un país que, con menos de la mitad de la superficie de Castilla y León –buena parte ganada al mar- y 17 millones de habitantes, se ha consolidado como una potencia mundial en producción agropecuaria, hasta ocupar el segundo puesto por valor de sus exportaciones, ya sean vegetales, bulbos y flores, carnes o lácteos. Es decir, se apuesta por la elaboración, no tanto por las materias primas, gracias a la tecnología puntera empleada a lo largo de todo el proceso. La innovación en ganadería posee ejemplos ilustrativos. Cuna de la vaca frisona, generalizó el uso de la inseminación artificial ya en la década de los sesenta en busca de genéticas contrastadas, e introdujo la robotización completa del ordeño hace más de veinticinco años. En sus invernaderos crecen hermosos tomates, cebollas, patatas y fresas con notables ahorros de agua, y han logrado fertilizar sus suelos mediante la aplicación de bacterias en simbiosis con determinadas plantas. En definitiva, una prueba tangible de que se puede hacer más con menos. Modelo holandés eficiente y acertado, para nada errante, que aúna cantidad, calidad y sostenibilidad. Tomemos nota.

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