por mi vereda
Estado mayor de palmeros
Adoradores y adoratrices de Ferraz se empeñan en vendernos la burra coja mediante argumentarios falaces que ya no cuelan
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Imagen de archivo de Esther Peña
Con este PSOE de Sánchez echado al monte con tal de ocupar La Moncloa desde una alianza imposible, un engrudo infumable que no fluye, el discurso de los corifeos se pone a la altura: cerrero, subversivo, maqui. En este relato destaca desde hace tres ... semanas Esther Peña, diputada burgalesa designada por gracia de Sánchez portavoz de Ferraz, un puesto concebido sobre todo para impartir propaganda y doctrina desde el atril de la ejecutiva federal. Nacida en 1980 y persona de confianza de Tudanca, es socióloga por la Universidad de Salamanca, experta en servicios sociales e integración laboral, y agente de desarrollo local por la Alcalá de Henares. De manera que confluyen en su formación el espíritu de fray Luis de León y el del cardenal Cisneros. Además, ha trabajado como técnico durante una década en el Instituto Nacional de Estadística, algo curioso porque en este tipo de perfiles ya casi nadie puede presumir de haber cotizado a la Seguridad Social desde fuera de la política, y así nos va.
Comenzó a militar en la formación hace ya más de dos décadas y, desde entonces, suma una escalada de puestos variopintos. Concejala en su pueblo de origen –Modúbar de la Emparedada–, secretaria de organización de las Juventudes Socialistas y después del partido en Burgos, diputada provincial, portavoz del comité electoral en 2018 y parlamentaria en el Congreso desde 2016, donde ha sido ponente de la reforma laboral. Dicen que es trabajadora, empática y con una notable facilidad de palabra, ahora virtud cardinal en medio de la tormenta para tratar de convencer al personal de que el Gobierno Frankenstein al cuadrado no se va a pique. Que la nave resiste, a merced de los caprichos de Puigdemont, por más que le jeringue a la derecha y a la derechona. En pocos días ya ha dado Esther pruebas fehacientes de semejante soltura dialéctica. Tan pronto asegura que en su partido están «para ensanchar la democracia, que es más completa si incorporamos a los actores que tuvieron que salir en 2017»; –con un par– como acusa a Mañueco de «inflamar el discurso del odio». Por partes: los prófugos independentistas huyeron para no enfrentarse al horizonte penal derivado de sus graves delitos y ahora, sin ni siquiera juzgarlos, les tenemos que rendir pleitesía por orden del sátrapa Sánchez. Respecto al discurso del odio, llega a la vida pública con la aparición de Podemos como formación antisistema, no con Vox. Y ojo, antes fue el infausto Zapatero quien abrió las primeras fisuras en la convivencia entre españoles por sus políticas revanchistas que llegan a cuestionar la Transición. Un poquito de vergüenza, de memoria –no solo histórica–, de respeto a la verdad, a la ley y al ciudadano que les paga los sueldazos. Desde el estado mayor de palmeros, adoradores y adoratrices de Ferraz se empeñan en vendernos la burra coja mediante argumentarios falaces que ya no cuelan.