POR MI VEREDA
Con las anteojeras
Ante el mensaje universal del amor de Dios llevado a la práctica, siguen con las anteojeras puestas. Toda discrepancia proviene de la fachosfera
Tejos o tejas (24/03/24)
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Iniciar sesiónLa pandemia permitió confirmar algunas realidades que se intuían. Las debilidades de nuestro sistema sanitario, el riesgo de epidemias por enfermedades emergentes en un mundo cada vez más globalizado y condicionado por el cambio climático, o la propensión natural de los de siempre a llevárselo ... crudo con los trapicheos, en este caso de mascarillas a gran escala. Pero también salió a relucir la labor asistencial de la Iglesia ayudando a cientos de miles de españoles que, encerrados en casa, sin trabajo y sin ingresos, se vieron en una situación crítica que dio lugar a las denominadas «colas del hambre», término que tanto molestaba a algunos. Así, como datos significativos, cabe resaltar que más de cuatro millones de personas fueron atendidas en los más de 9.200 centros sociales dependientes de la Iglesia durante aquel año, lo que representó un incremento del 72 por ciento respecto a 2010. Frente a la propaganda gubernativa oficial del «salimos más fuertes», ya vemos quién arrimó el hombro de verdad.
Hoy, Domingo de Resurrección, el día en el que actuó el Señor, conviene explicar en qué ámbitos se trabaja desde la Iglesia para ayudar a la sociedad. Residencias -para ancianos, enfermos crónicos y discapacitados-, hospitales, dispensarios, guarderías infantiles, centros para atender a diversos colectivos –emigrantes, refugiados, drogodependientes, embarazadas, menores, desempleados...- y, cómo no, mujeres y niños víctimas de la violencia. Pero la labor en este capítulo no es nueva. Mucho antes de que hubiera un Ministerio y direcciones generales ad hoc, de que el feminismo radical se impusiera al sentido común, las religiosas oblatas y adoratrices ya se preocupaban de la atención integral a la mujer. Estas últimas en la congregación fundada el siglo XIX por Santa María Micaela, la aristócrata que consagró su vida al recate de jóvenes prostituidas en el Madrid de su época, capaz incluso de enfrentarse a Isabel II.
Al frente de la Iglesia española actual está un hombre formado, serio, dialogante. Con talante y talento. Profundo conocedor de la historia y de las diócesis. Esta semana, en una entrevista en una emisora, Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, aseguró que Franco fue un dictador, que la II República no fue un paraíso y que a una Guerra Civil no se llega por casualidad. Tres afirmaciones que obedecen a la realidad de los hechos, y que cualquier persona medianamente objetiva comparte. Pues, como era de esperar, el presidente de la Conferencia Episcopal ha tenido que soportar las embestidas del pensamiento único. Por ejemplo, en un tuit del líder regional de los socialistas, Luis Tudanca, quien entiende que estas declaraciones propias de «franquistas con sotana nos traen el nacionalcatolicismo». Un mejunje entre la manipulación y la ignorancia, de argumento muy endeble, por quienes se apropian en exclusiva de las políticas sociales. Ante el mensaje universal del amor de Dios llevado a la práctica, siguen con las anteojeras puestas. Toda discrepancia proviene de la fachosfera. Siempre mirando al pasado. Cansan.
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