EL OTERO
Pacientes impacientes
Los sanitarios son especiales, y su oficio lo es
Problema nuclear
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Iniciar sesiónConvendrá conmigo el amable lector que no es lo mismo que un apagón como el del lunes te pille drenando de viandas una cazuela para el potaje, que con una espalda abierta en canal en un quirófano o una cabeza descosida. Que aunque los hospitales ... aguantaron lo que no aguantó la red, es verdad que estar gestionando un trasplante de riñón y que te cuenten que estamos en el apagón del siglo no es precisamente para que el cuerpo se quede tranquilo.
Una vez más, los sanitarios, en su conjunto, demostraron lo que valen: el día del gran apagón, doblando turnos y haciendo de tripas corazón, sacaron adelante la tarea de un modo que ya quisiéramos que otros se hubieran aplicado. Los sanitarios son especiales, y su oficio lo es. Por eso, entre otras razones, causa más estupor el incremento de agresiones por parte de pacientes impacientes, impresentables y, ya se va viendo, delincuentes.
Se acaba de conocer una sentencia contra una señora de Laguna de Duero que amenazó con el «voy a por ti» a una profesional que no quiso plegarse a sus caprichos. Hace unos meses, una doctora fue agredida por una usuaria por culpa de la receta de un champú. Y en Valladolid, el centro de Arturo Eyries tuvo que reponer la mampara que un energúmeno destrozó de una patada.Son muchísimas las agresiones físicas, y aún más las verbales, a sanitarios de la región, lo mismo que en España, con más de cien detenciones el año pasado.
Un fenómeno mundial que, el martes pasado, le costó la vida a un médico polaco apuñalado por un paciente en Cracovia. La Consejería de Sanidad insiste -y hace bien- en campañas de concienciación para que los afectados denuncien y los usuarios recapaciten. Pero erraríamos si consideráramos éste un asunto susceptible de ser resuelto por estas vías. Nada se solventará del todo mientras no revalidemos la conciencia de que los sanitarios son pequeños héroes cuya tarea se desarrolla en condiciones que hacen imposible contentar a todo el mundo. Y que se merecen el respeto y la consideración en la salud y en la enfermedad.
Somos una sociedad crujiente, frecuentemente ventajista en el uso de los derechos, que tendemos a confundir con las obligaciones.
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