Habla la madre que ha ganado a Servicios Sociales en Castilla y León por la retirada de la custodia de sus hijas: «Sientes que han destruido tu vida por completo»

Anita recuerda los «momentos terroríficos» sufridos al perder la tutela de sus mellizas: «Es un trato inhumano. Los niños deberían ser escuchados antes de ser separados de manera violenta»

Las hijas valoran la sentencia a favor por el «reconocimiento a un daño indescriptible»

Anita y sus hijas, Micaela y Ángela ABC

Isabel Jimeno

Valladolid

Como «momentos terroríficos». Así recuerda Anita P. que vivió esos más de once meses que estuvo separada de sus hijas, después de que los Servicios Sociales de Ávila, provincia en la que residía, le retiraran la custodia de sus mellizas el 12 ... de abril de 2016 por entender que las menores, entonces de doce años, estaban en situación de «desamparo«. También otros días »de hacerse callo, de pasar depresiones, aislamiento y desconfianza absoluta«, rememora, ahora con la satisfacción de una sentencia en la mano que reconoce el «daño» causado por la separación injusta y una indemnización de 150.000 euros para las tres.

«Lógicamente, todos cuando ganan se siente muy felices. Muy satisfechos», dice. Así está ella, «consciente», asegura, de la «suerte tremenda» de encontrar el «apoyo que se merece cualquier familia que está en esta situación». Lo recibieron de la Fundación Raíces, sus «héroes» en esta historia a la que Anita, Ángela y Micaela dan las «gracias».

«Al final, las personas que valen se hacen más fuertes y van hasta el final, que es lo que pasó», destaca Anita. «Buscamos la mejor variante de nosotras mismas para poder sobrevivir e ir adelante a pesar de todo«, destaca esta madre tras siete años de lucha en los tribunales, primero para recuperar la tutela de Ángela y Micaela, sus mellizas, y luego para ver reconocido el «daño causado por la Administración».

Llegada de Bulgaria hace veinte años y madre soltera, al verse sin la tutela de sus niñas, afirma que sintió que «te han destruido todo lo que yo tenía. La confianza en mí misma«. »Han destruido tu vida por completo. No sabes por dónde empezar«, asevera. No duda en cargar contra un «sistema abusivo en ocasiones», pero con la esperanza de que «las cosas se pueden ir cambiando y corrigiendo».

«Trato inhumano»

«Se debe buscar siempre el bien de la persona, no de la institución que se supone que trabaja en favor del bienestar de cada uno como individuo», reclama Anita, crítica con «un trato inhumano en la mayoría de los casos». «Los niños son seres humanos que, a pesar de su edad, tienen opinión y deberían ser escuchados antes de ser separados de su familia de manera violenta. Se debería ver si están en situación real de desprotección o sencillamente se está abusando de factores interpretados y, en muchos casos abusivos», subraya.

Una «actuación precipitada y desproporcionada por parte de la Administración«, según el fallo del TSJ, pues entiende que al retirar la custodia «no se ha dado la oportunidad a la madre de colaborar», pues «no se la escuchó» y «no se le pidió colaboración» tras el «incidente» relatado por las hijas que precipitó la decisión: la discusión por el teléfono móvil en el que la madre «encara a la niña y la agarra del cabello junto a la estufa del salón».

«Lo procedente hubiera sido volver a reunirse con la madre», sostiene el Tribunal, que recrimina que «esta audiencia no tuvo lugar en ningún momento». «No solo la madre no pudo pronunciarse y dar su opinión o aclaración sobre este episodio, sino que las menores no fueron escuchadas«, censura el fallo judicial. En él se recogen también los informes elaborados previamente por la Diputación de Ávila, a la que la madre pidió ayuda en 2015 y refieren que »existen dificultades en la figura de la progenitora para ajustar la disciplina y aplicar normas y límites proporcionales«. En ellos, las menores «relatan episodios recurrentes por parte de la madre durante la niñez -de las mellizas-, que es habitual que su madre tire o rompa objetos en momentos de frustración».

Sin embargo, el juez incide en el «trauma» de la separación de la familia. «El menor ni está oído ni está escuchado ni se lo toma en cuenta», recrimina la madre. «Lo convierten en un número más para que no tenga confianza en sí mismo para luchar por sus derechos y recuperar su vida familiar», reprocha Anita del paso de sus hijas por la residencia en la que estuvieron internadas. «Y ahí el niño es un número. Mis niñas tenían el número 10, el 20, en sus camisetas», recuerda con pena.

«Te priva de una vida plena»

«Acabas como un número. Sintiendo que eres propiedad de la administración, sin voz ni voto«, lamenta Micaela. »Creo que la gente no es consciente del impacto que supone internar a un menor en un centro«, clama. «Es un secuestro», afirma sin dudar. «Te arrancan de un ambiente conocido y seguro» para ir a uno «hostil y desconocido», lo que crea «estrés, miedo y un enorme desconcierto», censura sin olvidar que «en ningún momento» le explicaron lo que ocurría.

«Te acabas viendo aislada de la sociedad. Te priva de una vida plena«, cuestiona de ese internamiento, a la vez que recuerda »la experiencia, después de regresar, de tirar la basura, salir de paseo o con los amigos«. »Se me hacía algo realmente extraño«, afirma Micaela.

«Lo peor de todo ha sido el tiempo. No hay nada más desmoralizador que ver cómo pasan los años y, a veces, acabas dudando si de verdad llegaríamos a este momento«, destaca. »Cuanto más tiempo pasa, más sensación tienes de que eres un papel olvidado. Pero nosotras jamás hemos perdido la esperanza de que, por fin, nos reconocerían«, añade, superado el »shock« inicial al recibir el fallo a favor del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL).

«Ha merecido la pena»

«Te hace sentir muy bien que, por fin, reconozcan todo el daño causado», subraya. «El reconocimiento del daño es un sentimiento indescriptible», recalca. «Ha merecido la pena no habernos rendido y seguir luchando«, añade su hermana, quien lamenta que también »ha sido bastante frustrante lidiar con la incredulidad de las personas a las que contábamos el caso porque hay una especie de fe ciega y de respeto a la administración. Y eso acaba haciéndote reflexionar sobre las posibilidades que teníamos de ganar al Goliat de la administración«.

Ahora, confían en que «esto ayude a ver que puede pasar, que no es algo raro, aunque la gente se sorprende». Y quieren que su sentencia a favor sirva para alentar la «esperanza» en quienes vivan una situación similar, que «vean que sí se puede ganar» y pueden «reclamar por sus derechos por los daños que causa la administración». 

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