Buenos días, vietnam
Teoría del pedrocentrismo
En Moncloa ya no adoran más al sol, se acabó el pedrocentrismo como dogma que era esa religión en la que todo giraba al rededor del presidente
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Iniciar sesiónHemos amanecido en el siglo XXI y al abrir la ventana estaba todo helado y se había inventado ya la rueda. Habían descubierto de madrugada la penicilina, la pólvora, la locomotora a vapor, el gintonic, la bombilla, las patatas fritas e incluso he encendido la ... radio dando palmas a Marconi. El cine, el avión, la Coca Cola… Han aprobado en el BOE que la tierra es redonda y han apagado las hogueras.
Toda la evolución para nosotros, todos los siglos y sus descubrimientos otra vez legalizados. Colón y América. Hoy tenemos un Ministerio de Ciencia que no adora de rodillas el cráneo de un mamut. ¡Antibióticos aquí y conspiranoicos meapilas lejos! Porque hasta esta semana en España imperaba la brujería, la superstición y algunos no cazaban albinos de milagro. Por la noche, en Moncloa, se reunían al rededor del fuego y no escuchaban al más sabio, porque a ese no le invitan nunca a la fiesta. Como siempre escuchaban a Pedro con asombro y sus ministros tocaban el tambor, los secretarios de Estado danzaban al rededor, los asesores abanicaban y el brujo de la tribu –José Félix– les leía el futuro por teléfono con el astragaloi y coloreando encuestas. Éramos una tribu en el Paleolítico, un dispendio de la evolución, unos salvajes que se comían al vecino, unos bárbaros que leían el periódico online.
Hemos avanzado doce mil años en una semana. El hombre conoce de pronto la agricultura y Pedro Sánchez ha vuelto a declarar que España confía en el conocimiento y que aquí impera la contemporaneidad desde que en el AVE, en el metro y en el bus ya no hay que llevar mascarilla. Dos años con la razón secuestrada mientras se reían de nosotros en los países de al rededor. Dos años tratando de locos a los que encontrábamos absurdo ponernos una mascarilla sentados y quitárnosla de pie, que entrara todo el mundo con la boca al aire en un vagón y se la pusieran al arrancar la marcha. Pero todavía el Gobierno aseguraba que, en el transporte público, la sangre de suricato y aguantar la respiración al cruzar la puerta eran elementales para salvar a España del Covid como Franco quería salvarla de la masonería.
En Moncloa ya no adoran más al sol, se acabó el pedrocentrismo como dogma que era esa religión en la que todo giraba al rededor del presidente, con indiferencia de lo que diga la ciencia. Y en honor a Pedro sacrificaban cada mañana la razón sobre un altar. Y en el hoguera ardían los demás, no él, por herejes. Esta semana por fin han vuelto a creer en la ciencia y de paso han dejado de ponerle velas a San Fernando Simón.
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