El PP no tiene quien le quiera

El candidato es más bien una masa amorfa en la que hay que trabajar y darle forma si se pretende que tenga alguna posibilidad y no simplemente confiar en el milagro de que el líder nacional le imponga las manos, o una nota de prensa, y se lo dé a conocer al mundo como Rafiki a Simba. En Valladolid llevan los populares sin querer gobernar desde 2015 y tampoco parece que después de estas largas vacaciones tengan ninguna intención para el próximo mayo. Porque un partido político es ese lugar donde surgen más voluntarios que pirómanos cada verano, pero un candidato es otra cosa: A un candidato se le pare sonrosadito y justo después se le pone una corbata y se le hacen fotos para el cartel electoral. Pero el único secreto está en haberlo mandado con suficiente tiempo a la calle para que se entere de qué necesita la ciudad. Eso fue precisamente lo que no entendió Pilar del Olmo. Ella, que por no querer no ha querido ni hacer oposición durante la última legislatura.

A estas alturas del año el PP de Valladolid debería empezar a sopesar opciones realistas: Amancio Ortega, Vargas Llosa -que ahora tiene tiempo libre-, Pepe Zorrillo o qué sé yo… Hacerle una oferta seria a Óscar Puente en el mercado de invierno, porque por ahora y a este paso es el único capacitado para volver a ganar.