Un PSO muerto

Un PSO muerto para España, que tira del país hacia abajo en todos los charcos en los que pueda ahogar nuestra reputación internacional: igual en Rabat que en Bruselas. Un PSO que nos toca llevar a todos los españoles por igual. O no tan igual, porque curiosamente en aquellas comunidades autónomas en las que no gobierna el partido socialista tiene la tentativa de injerencia constante. Lo mismo en Madrid, donde Ayuso, que en Castilla y León, aunque no sepa Pedro Sánchez quién es el presidente de la comunidad. Pero como está cerca mayo, y del CIS de Tezanos no se fía ni él, tienen que hacerse notar. Y es ahora cuando el presidente saca a todos sus pesos pesados, que juntándolos todos apenas pesan nada ya. Después de las purgas de los últimos años en las que depuró a todo el que le podía hacer sombra, a todo el que no le era leal, el PSO es tan solo un club social, con sede en Ferraz, donde quedan cuatro socios, Pedro y unos cuantos ministros más. Por eso necesita ir sacrificando peones ministeriales, como Darias y Maroto, para intentar poner candidatos que a la gente le suenen, porque no ven más formas de salvar el tipo. No hablamos de ganar.

Al PSO se le agota el tiempo tan rápido como Pedro pierde crédito internacional. El día que al partido socialista le devuelvan la E –empeñada para que les dejasen en Moncloa un rato más–, a Madina y a la buena vecindad, ese día nos quitarán a todos los españoles un peso de encima.