BUENOS DÍAS, VIETNAM
Hasta que llegue diciembre
En Valladolid, con frío, aunque no hubiese luces, se entiende la Navidad. No es necesario señalizarla siquiera, es densa y directa como un polvorón
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Iniciar sesiónHemos tendido la ciudad para que se oree en medio de este frío y de noviembre. La hemos colgado al sol que queda después de la niebla de las mañanas, que es poco, apenas nada para secarle el alma o que le salga musgo. ¡Valladolid! ¡ ... Aquí mis calles! Los balcones son árboles a los que se les ha caído el otoño y les han salido luces de Navidad.
Cualquier mañana de estas amanecerá Nochebuena y se pondrán en fila india los patos del Campo Grande camino del portal. Y el Pisuerga será de papel de plata y a falta de nieve espolvorearemos harina por las aceras de la ciudad. Hasta que llegue diciembre, mientras nos preguntamos cuándo dejó de ser agosto, ayer encendieron las luces de Navidad.
En Valladolid, con frío, aunque no hubiese luces, se entiende la Navidad. No es necesario señalizarla siquiera, es densa y directa como un polvorón, un muro imposible de esquivar. Será Navidad en los cielos y sobre todo en Castilla con pastores que van y vienen con sus ovejas a la espera de que alguien, un ángel cualquiera, les indique el lugar.
Pero hay otros destinos, otras latitudes, donde es imposible tener noción de noviembre, de diciembre… de chimeneas que silban villancicos y de zambombas que pregonan Navidad. Diciembre en Sanlúcar es como agosto en La Mudarra, pero con las guirnaldas colgadas en las ventanas. Por mucho que vendan flores de pascua todas las floristas no se puede entender que el niño Jesús tenga frío y los peces «beben y beben«, pero manzanilla porque no se hacen a la idea de que a setecientos kilómetros, en Valladolid, ya han encendido las luces de Navidad.
Describió Pemán a los críos alborozados la mañana de 1935 que nevó en Cádiz. Aquí no nieva, también es algo excepcional, pero tenemos frío como para exportar. Deberíamos traernos a los niños andaluces a ver la niebla que le cuelga a la Valladolid de estas mañanas como cuadros del Museo del Prado. Un frío muy quieto, pintado hace siglos, que nadie se atreve a tocar.
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