buenos días, vietnam

Desayuno en Tiffany's

Días en los que te da tiempo a desayunar, a leer periódicos que se hornearon para ti, frente a esos otros desayunos rápidos de zumo de limón y agua tibia, que es la fórmula para la eterna juventud

ABC

Hay mañanas que no son de domingo ni de martes. Mañanas eternas que empiezan a las siete yo que no madrugo porque una vez me dijo mi amigo José Delfín que los escritores no madrugan. Mañanas con hambre, mañanas sin artículos, días que empiezan con ... las sábanas batidas, revueltas como el oleaje del mar. Hay días que uno se levanta con necesidad de tortilla de patata, que es el montadito con jamón que sirven por encima de Despeñaperros para arriba porque los croissants son para las ocasiones. Y quién sabe lo que son las ocasiones… Las ocasiones tal vez sean esos sábados donde la actualidad amanece para ti o aquellos otros en los que tu amaneces de plena actualidad. Días en los que te da tiempo a desayunar, a leer periódicos que se hornearon para ti, frente a esos otros desayunos rápidos de zumo de limón y agua tibia, que es la fórmula para la eterna juventud. Desayunos con un clavo en la cabeza, que proviene del latín resaca. Y lees noticias sobre la amnistía y que el presidente del Gobierno repite aquello de «donde dije digo digo Diego». No pactaré con los independentistas, no habrá indultos -que los hubo-, no me apoyaré en Bildu. No, no y no haría todo lo que hizo después… Y uno se cansa de escribir sobre la amnistía, porque la actualidad va muy rápido, pero nuestra obligación es escribir de estas mañanas exactas en las que se está rompiendo España. Al menos cuando lean las hemerotecas habrá una placa intacta que diga, «por nosotros no fue». Los periódicos deberían volver a ser vespertinos y se venderían como churros porque la gente no quiere noticias tristes para desayunar. Las malas nuevas después de un vermú, a lo sumo. La única que quiere que empiece por las malas nuevas es mi madre y sigo sin fiarme de ella precisamente por eso.

Hay días que uno amanece y días que amanecen con uno yéndose a dormir. Y en ambos casos sobran las noticias tristes:

«Ha habido un terremoto en Marruecos, hay setecientos muertos, Pery se tiene que ir al periódico». Así me despertó Teresa Iturralde hace un par de semanas y el desayuno se me cortó. Porque las malas noticias siempre se suceden y los días alegres y este sol de la infancia, como los croissants, son para las ocasiones.

Desayunar en La Mudarra, en Cádiz, en París… Cada uno desayuna como puede.

Pero con el único desayuno que sueñan los tipos que saben soñar, es decir aquellos que leen, es con Holly Golightly, o con Lulamae Barnes, y con un gato mojado bajo la lluvia. Lo de Tiffany's es lo de menos, igual que los diamantes, que no están mal. Lo único importante, a ser posible, es que haya croissants recién horneados, porque los croissants son para las ocasiones.

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