Así podría ganar Castilla y León 1.200 hectómetros de agua embalsada
Un estudio elaborado por la UBU, el Itacyl, la Junta y Ferduero apuesta sobre todo por los recrecidos en las presas que ya existen y alertan: «No podemos luchar contra la despoblación sin el regadío»
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Embalse de Aguilar (Palencia)
Con más de 94.000 kilómetros cuadrados, Castilla y León es la comunidad más extensa de España. Ocupa casi una quinta parte del territorio nacional. Sin embargo, «es de las que menos regulación tiene» del conjunto de cuencas hidrográficas similares, lo que supone que ... tiene limitadas sus capacidades de almacenamiento del indispensable líquido. Ni siquiera en periodos de abundancia puede guardar para los por si acaso futuros, pues «como mucho» tienen 'envase' para lo de un año, de modo que por muy húmedo que llegue un ejercicio no supone que se pueda almacenar agua por si el siguiente es escaso. Una necesidad que en estos dos últimos años consecutivos de sequía se ha demostrado imprescindible. Que se lo pregunten, por ejemplo, a los regantes que beben de los embalses de los sistemas Pisuerga y Bajo Duero, que otra vez han tenido que medir al mililitro lo que consumen para poder sacar adelante sus cosechas con las dotaciones de agua otra vez limitadas.
«Tenemos menos embalses que el resto de cuencas», señala Francisco Bueno, doctor ingeniero de Caminos, investigador principal del estudio sobre las Posibilidades de aumento de recursos hídricos de Castilla y León. Sobre esa base, el informe -elaborado por la Universidad de Burgos para el Instituto Tecnológico Agrario, la Junta de Castilla y León y la asociación Ferduero- plantea cómo ganar 'vasos' que poder llenar o hacer más grandes los que hay, sin descartar alguna infraestructura nueva. Lo hacen conscientes de la «dificultad» de aumentar las capacidades de regulación a través de un gran embalse, dados los «problemas» que suponen desde el punto de vista ambiental, de afección a núcleos de población, geográficos o geológicos. Y todo en una Comunidad donde, además de otras figuras de protección, la Red Natura 2000 se extiende por más de una cuarta parte de su territorio.
Así, abogan en general por actuaciones «de mediano tamaño», haciendo hincapié en «aprovechar» los embalses ya existentes, dadas las «ventajas» desde el punto de vista ambiental y social por «ser más favorable de cara a la opinión pública». También, por el hecho de que se producen vertidos estacionales o desembalses preventivos «en gran número de ocasiones» y que suponen «volúmenes importantes».
Y aunque sobre el papel lo propuesto «podría aumentar» la capacidad de embalse en hasta 1.000 y 2.000 hectómetros cúbicos, asumen que las afecciones medioambientales, sociales y la opinión pública «hace difícil alcanzar» esos valores. Aunque, sí consideran que «son conseguibles» niveles superiores a los 1.200 «con amplios acuerdos».
Supondría incrementar en un casi un 20% las actuales capacidades de regulación en la Cuenca del Duero -tiene 3.800 hectómetros cúbicos, aunque la capacidad de embalse es de unos 8.000, buena parte dedicado a uso hidroeléctrico-.
«Con acuerdos»
El estudio pone sobre el mapa esos lugares en los que se podría actuar y hasta qué capacidad, siempre supeditados a los correspondientes estudios posteriores y proyectos detallados. Y se reparten por todo el mapa de Castilla y León. En el sistema Tormes prevé que hay opción de 'ganar' entre 200 y 400 hectómetros cúbicos; de 450 a 550 en el Alto Duero; en una horquilla que se mueve entre los 90 y los 300 para el sistema Cega-Eresma-Adaja, mientras para el Esla y Órbigo el estudio plantea incrementos de entre 80 y 130 hasta los 300.
Hasta los 190 con un mínimo de 120 más ve posible que pueda incrementar sus reservas del Carrión y en entre 80 y 150, el Pisuerga, además de otros aumentos más pequeños en el Arlanza, Riaza-Duratón y Águeda. «A la gente no le gustan las obras hidráulicas. Eso ya lo sabemos. Lo que pasa es que cuando abrimos el grifo y tenemos agua en las ciudades o cuando compramos remolacha o cereales, eso sale del agua. Y, claro, lo que no se puede es querer tener las cosas sin nada», apunta Francisco Bueno, del departamento de Ingeniería Civil de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Burgos.
Va incluso más allá. «La sociedad se tiene que plantear qué es lo que quiere, si quiere mantener la población en el medio rural o si no la quiere», advierte el doctor ingeniero, quien lo tiene claro: «Si no aumentamos el agua para el regadío, con el cambio climático, las dotaciones cada vez van a ser más bajas, la producción va a ser más baja y la gente va a tener que abandonar el medio rural». «¡Y eso sí que tendría consecuencias climáticas, ambientales muy, muy importantes, a parte de la despoblación», alerta Bueno. Animales silvestres «campando a sus anchas», bosques sin cuidados ni gente afanada en entresacar madera y quitar malas hierbas a la vez que proliferación de los rastrojos «con posibilidades de incendios forestales», detalla el experto.
«El depoblamiento es un tema serio», recalca este experto en ingeniería hidráulica, quien tiene claro que la medida «principal» para combatir la despoblación «no es ir haciendo casas rurales en todos los sitios, sino que se trata de cuidad a la población que vive allí». «Y ahí -incide- el regadío es pieza fundamental». En las zonas con regadío de Castilla y León, la densidad de población es tres veces superior en aquellos municipios con irrigación que en los de secano y las tasas de actividad laboral también son más del triple superiores, no sólo en el sector agrícola.
«No tenemos futuro»
Es rotundo: «No podemos querer luchar contra la despoblación si no mantenemos el regadío. Y para mantener el regadío, con el cambio climático, necesitamos aumentar las disponibilidades de agua, y la única forma es aumentar la capacidad de embalse», bien mediante recrecidos de los ya existentes, «con lo que el impacto ambiental sería menor», con otros más pequeños, sostiene el autor del estudio. «Si no aumentamos la capacidad de regulación, no tenemos futuro», recalca Francisco Bueno, pues se apunta a que «no es que vaya a llover menos, que sí», sino, y lo que «es peor» que lo hará «más irregularmente». De momento, la única actuación a mayores de las que ya funciona es la histórica presa de Castrovido, en Burgos, que ya se está en puesta en carga. Ademas, el Plan Hidrológico del Duero en vigor contempla para otras obras de menores dimensiones como las presas de las Cuezas, en León.