educación
Extraescolares: medir necesidades y gustos para que sea «un añadido en positivo»
Los psicólogos recomiendan no abusar de estas actividades: «Los niños necesitan tiempo para descansar y aburrirse para desarrollar su creatividad»
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Valladolid
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Iniciar sesión«Coge la mochila que llegas tarde a entrenar», «merienda que ahora tenemos que ir a inglés»... Son algunas de las conversaciones que se escuchan con frecuencia a la salida del colegio, al final de la jornada escolar. Según un sondeo de la Organización de ... Consumidores y Usuarios (OCU), nueve de cada diez alumnos acuden a actividades extraescolares. La mayoría lo hace por gusto, aunque la demanda a veces también atiende a la necesidad de conciliar vida familiar y laboral. Los psicólogos avisan: son positivas, pero si se realizan en su justa medida y atendiendo al «tipo de actividad» que precise el menor: «Se deben medir un poco las necesidades, los gustos y las apetencias. La actividad extraescolar tiene que dar un añadido y en positivo, y debe gustar al chaval, esa es la clave», sostiene Luis Ángel Romero, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicólogos de Castilla y León.
No duda de los «beneficios» que pueden tener actividades como el deporte o la música cuando se hacen por afición, pero recuerda a los padres que, por lo general, suelen «venir después de una jornada escolar que puede ser amplia, especialmente si asisten a Madrugadores, Tardes en el cole o si tienen clase vespertina». Por ello, cree que lo primordial es ver si «en el conjunto global» pueden resultar buenas o no: «Los niños necesitan tiempo para estudiar, descansar, sus rutinas e incluso para el aburrimiento y la frustración, ya que les ayuda a desarrollar su creatividad... Y quizá ahí es donde se cometen los errores, a veces por el propio ritmo de vida de la familia, el tema de compatibilizar los horarios laborales con los académicos... Pero una cosa es lo que se puede hacer y otra lo que sería más beneficioso. La dificultad está en el punto medio», sostiene el psicólogo.
Recuerda que «no hay verdades absolutas» en cuanto al número de horas adecuadas para dedicar a este tipo de actividades y que todo va a depender del niño, ya que a «a lo mejor, un estudiante al que no le cueste hacer las tareas y tiene mucha inquietud y movimiento, varias jornadas de deporte le pueden venir bien porque le permite desarrollar la parte física y también la parte social». En cualquier caso, recomienda que no dediquen más de «tres o cuatro días» a la semana.
En cuanto a qué criterios que se deben tener en cuenta para elegir las extraescolares, considera Luis Ángel Romero que «el gusto del niño debería ser «lo suficientemente importante». «¿Por qué tiene que ir obligatoriamente a inglés? ¿No hay otra forma para aprenderlo que ir tres o cuatro días a la Escuela de Idiomas? ¿En qué curso está? ¿Es tan necesario?»... considera que son algunas de las preguntas que se deberían hacer los padres porque si el niño «tiene dificultades con la lectoescritura y le metemos tres o cuatro días de inglés le podemos machacar».
Defiende que si tuviera que elegir un tipo de extraescolar «recomendable» para la mayoría sería «cualquier deporte» que ayude al menor a «soltar tensión»: «Los niños de hoy en día no son como los de antes, que estábamos todo el día en la calle jugando y saltando. Ahora tienen la actividad física del colegio y a veces nada más. Hacer deporte, por lo general, siempre es productivo y positivo». Luego, «cualquier actividad de tipo formativo y cultural hay que entender que es una sobrecarga a lo que están haciendo en el colegio, por lo que hay que mirar en qué medida merece la pena o no».
Recuerda el experto que «en los últimos tiempos» es «tendencia» sobrecargarlos, bien por necesidades de conciliación o «porque creemos que es una señal de calidad en la educación». En este sentido, apunta que las familias se olvidan con frecuencia que «lo primero que tiene que hacer un niño es jugar», y «esa es la parte que quizá se ha reducido en los últimos años».
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Además, añade, esa sobrecarga en este tipo de actividades puede tener efectos negativos en el estudiante «relacionados con el estrés, el nerviosismo, la inquietud, la baja tolerancia a la frustración...». También «problemas de sueño» y «que el niño diga ¡hasta aquí! y tenga repercusión en su rendimiento académico.
Por ello, insiste en que «extraescolares, sí», pero con medida, y no dejarse llevar por el «me gusta todo» porque al final «no va a tener tiempo para sí mismo»: «No dispondrá de tiempo para leer un libro, para jugar, para ir con sus amigos o incluso para aburrirse, que es necesario porque hace que el niño tenga que buscar recursos intelectuales y desarrollar su pensamiento creativo. Es necesario que se sienta capaz y aprenda a gestionar sus frustraciones. Si me lo das todo hecho lo único que puede pasar es que tenga un cabreo permanente».
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