Del papel a la piedra: las estampas esculpidas en la Plaza Mayor de Salamanca
El conservador Jorge Maier, de la Real Academia de San Fernando, localiza «sin duda» los modelos que inspiraron a Alejandro Carnicero para hacer los medallones del Pabellón Real
Madrid
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Iniciar sesiónla Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando atesora entre sus abundantes fondos más de 80.000 libros, 6.000 planos de arquitectura, 500 mapas cartográficos, alrededor de 10.000 fotografías y hasta 3.700 estampas. Muchos de ellos ... proceden de legados y donaciones como las que hicieron el 'Barón de Forna', José Peñuelas, Leopoldo Querol, Pedro Muguruza, Bartolomé Pérez Casas o Enrique Lafuente Ferrari, pero si hay una 'joya' que destaca entre todo ese rico patrimonio es la colección de grabados del desaparecido monasterio zamorano de Valparaíso, que llegaron a la institución madrileña en 1840.
Ha sido precisamente la digitalización y catalogación de la citada recopilación la que ha deparado la última sorpresa al conservador e investigador de la Real Academia Jorge Maier, al frente del equipo que está trasladando al formato digital los fondos de archivo-biblioteca. En el proceso han dado con un «dato relevante, hasta ahora desconocido», y es que parte de la estampas recopiladas en la colección Valparaíso pudieron servir de inspiración a Alejandro Carnicero para esculpir en piedra de Villamayor los medallones del Pabellón Real de la Plaza Mayor de Salamanca, realizados entre 1730 y 1733. «Estaríamos hablando de un modelo, no de la copia exacta y literal», pero «yo no tengo duda», sostiene a ABC este experto, mientras señala en una de las páginas del volumen –llamado 'C-44'– correspondiente a los retratos de los reyes, el dibujo que les puso sobre la pista. Se trata de un grabado de Pedro I de Castilla 'el Cruel', el segundo de los monarcas más antiguos plasmados en el bello ágora salmantino tras Alfonso XI. Está retratado prácticamente de la misma manera, «el plumaje, el detalle de la coraza», e incluso el perfil, aunque en este caso Carnicero prescindió de la espada.
El 'C-44' es uno de los tomos con los que han trabajado recientemente en la pequeña sala de digitalización, aledaña a la biblioteca de la Real Academia. Junto a él reposa otro de la misma recopilación dedicado a «temas de pájaros, naturalistas...».
Origen
La colección Valparaíso fue formada en Roma por el procurador de la Orden del Císter Juan Guerrero en el primer decenio del siglo XVIII. Durante los once años que estuvo en la capital italiana, el fraile, asesorado por Filippo Germisoni Il Moletta, sobrino del pintor Pier Francesco Mola, atesoró un bello compendio de dibujos y estampas que trajo consigo en su precipitado regreso a España, con motivo de la Guerra de Sucesión. Fue entonces cuando se instaló en su convento de Nuestra Señora de Valparaíso, un cenobio de fundación real –allí nació Fernando III de Castilla, llamado 'el Santo'– ubicado en Peleas de Arriba, en la provincia de Zamora. Los volúmenes de la citada colección se conservaron en su biblioteca hasta que con motivo de la desamortización fueron trasladados a otro convento en la misma provincia –el de la Santísima Trinidad–. Allí fueron localizados por el académico Valentín Carderera en 1836, quien los mandó trasladar a Madrid, donde cuatro años después ingresaron en la Real Academia de San Fernando.
La colección de dibujos, encuadernada en tafilete rojo, se componía de seis tomos, aunque en la institución madrileña sólo ingresaron cuatro. La de estampas, más amplia, estaba formada por 32 volúmenes encuadernados en pergamino y con los cantos azulados. De ella faltan también alguno. «Valentín Carderera estaba en Salamanca y el Gobierno le encargó ver los conventos extinguidos de Burgos, Valladolid y Zamora», explica Jorge Maier, y prosigue que lo trasladado hasta la capital «se ha conservado entero», si bien faltan láminas en algunos tomos, fruto seguramente del pillaje de los vecinos del pueblo.
El tomo recientemente digitalizado guarda cuatro series que contienen, en primer lugar, los reyes de España; a continuación, los de Francia; en tercero, los duques y reyes de Polonia, y en cuarto y último, los sultanes turcos. Las cuatro fueron editadas en Roma por los impresores Giovanni Giacomo de Rossi y Domenico de Rossi y diseñadas en varias matrices para ser estampadas en un folio real acompañadas de frontispicios –la primera página del libro, que suele contener el título y algún grabado o viñeta–. dedicatorias y advertencias al lector.
Así, por ejemplo, en el caso de la serie de los monarcas españoles figuran mencionados, además del impresor, Ciro Ferri como dibujante, Jacques Blondeau como grabador y Francesco Donia como grabador de los textos. En el volumen, las estampas se presentan dos por folio ordenadas de forma cronológica.
De entrenamiento
Explica Maier que en España la «costumbre» era que estas estampas estuvieran destinadas a «formar colecciones encuadernadas para luego deleitarse mirándolas». Pero más allá del «prestigio» que daba tenerlas, subraya su «importancia» en la historia del arte: «Hubo una época en la que era el único elemento gráfico que existía para conocer las obras» sin ir a Roma o a cualquiera de los grandes centros de creación de la Edad Moderna. «El grabado te daba la posibilidad de difundir y se utilizaban mucho en las academias para la enseñanza artística. De hecho, aquí se compraron muchas estampas porque los alumnos, pintores y escultores, se entrenaban copiándolas».
Según figura en la dedicatoria al lector, la primera edición de esta serie, que se extendió hasta Carlos II, data de 1685. Posteriormente se fueron añadiendo retratos de los siguientes monarcas: Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, el último representado.
El retrato de Pedro 'el cruel' no es el único que guarda parecido con los tallados en el Pabellón Real de la plaza salmantina diseñada por Alberto Churriguera y construida entre 1729 y 1756. Jorge Maier destaca también las similitudes que tienen con las láminas otros monarcas como los Reyes Católicos, a los que igualmente «dibujó como pareja» y prácticamente en la misma posición, o el matrimonio formado por Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, que aunque Carnicero invirtió su posición es «evidente» el parecido en sus rostros, y cita entre los rasgos semejantes los marcados pómulos y la fina nariz. También pudo servirle de inspiración el dibujo de Felipe II, si bien el investigador ve claro que ya a partir de Felipe V «utiliza otro modelo. A este retrato no he conseguido encontrarle un paralelo formal».
MÁS INFORMACIÓN
Para Maier, la colección de Valparaíso es «única» y «un tesoro dentro del mundo del grabado». «Es como una especie de historia del arte con una orientación muy clasicista». Y es que cada uno de los volúmenes está integrado por estampas de las obras de los principales maestros italianos, flamencos y franceses de los siglos XVI y XVII –Rafael, Miguel Angel, Alberto Durero o Rubens, entre otros–. «Por eso, los medallones de la Plaza Mayor son una reminiscencia de lo que es el arte renacentista, que a su vez copia al romano».
Carnicero tendía «a envejecer, a adelgazar y a endurecer el rostro de los personajes». Sometía a cada una de las imágenes a «un innegable proceso de mejora en el tratamiento de la cabellera y de la barba», trataba de «simplificar» los ropajes y coronas y prescindía de «las espadas y los cetros de los originales (...) y en gran medida de aquellos elementos decorativos que podrían resultar más superfluos», recoge Eduardo Azofra Agustín, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca, en el libro 'Programa iconográfico de la Plaza Mayor de Salamanca', editado en 2005 por la desaparecida Caja Duero. En él, haciendo alusión a una investigación de Rodríguez G. de Ceballos, mencionaba ya como posible inspiración los grabados de Ferri-Blondeau-Debric incluidos en la edición latina de la 'Historia General de España' del padre Juan de Mariana (1729). «Blondeau se siguió editando durante mucho tiempo. Puede que fueran estos», sostiene el investigador, en referencia a los custodiados por la Real Academia, lo que demuestra, a su juicio, que «la popularidad de esta serie iconográfica fue bastante grande». Otro ejemplo de esta 'notoriedad' es que habría sido también modelo para los retratos de los reyes de España del 'Libro Cartulario de Jurados de Toledo' (1703), que se conserva en el Archivo Municipal, así como lo fue posteriormente para la obra de Manuel Rodríguez Onofre, 'Retratos de los Reyes de España' (Madrid, 1782). Esto le hace deducir a este experto que «es probable» que la investigación desarrollada de forma paralela al proceso de digitalización «tenga más recorrido». De hecho, según adelanta Maier, es intención de la Real Academia que este estudio concluya en una publicación que se haría en colaboración con el Instituto Centrale per la Grafica de Roma, ya que guarda otra de las colecciones más importantes que ha llegado hasta nuestros días, la formada por el romano Nicola Pío, asesorado también por Moletta.
Por el momento, la intención de la Real Academia de San Fernando ha sido sacar a la luz esta investigación y su relación con una plaza «tan conocida» como la de Salamanca.
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