'Érase una vez': El Museo de Escultura «mira» hacia su pasado para «proyectarse» al futuro
A través de 80 de piezas de artistas como Berruguete, Alejo de Vahía o Felipe Bigarny la institución repasa su trayectoria desde que naciera como Museo Provincial en el Colegio de Santa Cruz
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Iniciar sesión«Llegó al fin el anhelado y fausto día en el que abre al público las puertas de este sagrado depósito». Con estas palabras extraídas del discurso de inauguración del entonces Museo Provincial de Bellas Artes pronunciado el 4 de octubre de 1842 por Julián ... Sánchez Gata, e comienza la exposición 'Érase una vez... Historia del Museo Nacional de Escultura en 6 actos', una retrospectiva a través de la cual la institución mira hacia el pasado con la idea de «reflexionar en qué momento está en el presente y proyectarse hacia el futuro».
«Creemos que era el momento de hacerlo», ha sostenido su director Alejandro Nuevo, en la inauguración de la que es su primera muestra desde que está al frente del centro. «Por desgracia, debido a la pandemia, el museo ha tenido poca actividad en los últimos años y el año pasado llegó el cambio de dirección. Había que sentarse y ver lo que había hecho y a partir de ahora que puede ofrecer al usuario», ha reflexionado al respecto, recordando que una de las líneas del futuro plan estratégico del museo, que se presentará en breve, es brindar «un papel más participativo» al visitante.
A través de cerca de 80 obras de algunos de los artistas referentes de la institución como Alejo de Vahía, Alonso Berruguete, Felipe Bigarny o Alonso Cano, 'Érase una vez... Historia del Museo Nacional de Escultura en 6 actos' repasa «con unas pinceladas» y a modo de cuento -e incluso «de forma teatral» - la trayectoria de la institución desde que hace 180 años se fundara como Museo Provincial, teniendo entonces como sede el Colegio de Santa Cruz. De hecho, ha revelado el director, el título provisional que se barajó en un principio fue '90+90', en alusión a la mitad de su historia (entre 1842 y 1933), en la que se ubicó en el citado colegio, y la otra mitad (de 1933-2023), ya como Museo Nacional de Escultura en el Colegio de San Gregorio y otras sedes anejas.
Este repaso «histórico, sin ánimo de ser enciclopedista» -tal y como ha asegurado su comisaria, Ana María Pérez- comienza en 1842, seis años más tarde de que, resultado de la desamortización impulsada por el ministro Mendizábal, se nacionalizaran los tesoros artísticos custodiados hasta entonces por las órdenes religiosas, lo que sería el «germen de la mayoría de los museos provinciales de España».
Entre las piezas curiosas de este primer acto, bajo el nombre 'De la desamortización al Museo de Pintura y Escultura', se encuentra la carta que Pedro González, primer director de la institución, dirige a la Real Academia de San Fernando para que la reina le otorgase el cargo. «Queríamos mostrar en cada uno de los actos momentos concretos y ejemplificarlo con una pieza central», ha detallado la comisaria, destacando en este primer capítulo la cabeza de San Pablo de Juan AlonsoVillabrille y Ron datado de 1707.
En 'La forja del Museo', segundo acto de la exposición, el hilo argumental se adentra en el periodo que va desde que es inaugurado hasta que pasa a ser museo nacional, en 1933. En él, se muestra «la manera de exponer de los museos decimonónicos, sin orden ni concierto, todo muy abigarrado». Un pequeño San Jorge de Berruguete o una talla de San Francisco en mitad de la sala sintetizan el espíritu de aquel momento. Fue una época, ha detallado también la comisaria, en la que los museos no estaban abiertos generalmente al público «y los artistas, o quien quisiera verlo, tenía que solicitar una especie de permiso». De la impresión que dejaba da cuenta la propia Emilia Pardo Bazán, para quien la «la innumerable legión de esculturas» lo «deslucían».
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El Acto 3 recoge 'Tiempo de cambios', con la irrupción de un personaje «fundamental» como Ricardo de Orueta, «el máximo impulsor de que este Museo Provincial pasara a ser Museo Nacional de Escultura. La comisaria ha detallado al respecto que tras «años de vicisitudes», en 1884 el Colegio de San Gregorio se había declarado Monumento Nacional, propiciando su recuperación de la mano del arquitecto Teodosio Torres. En este caso, un fragmento restaurado del sepulcro de los padres del obispo Diego de Avellaneda es el protagonista.
Un pequeño guiño
A partir del Acto 4, la historia de este centro museístico deja de contarse de manera cronológica para centrarse en algunos aspectos, recordando con ello que su colección va más allá de la escultura. Así, en esta sala se hace «un pequeño guiño a las relaciones que se mantuvo con determinadas instituciones» y como prueba se expone, como pieza central la 'Santa María Egipciaca' de Luis Salvador Carmona que llegó a Valladolid procedente del Museo Arqueológico Nacional. 'Mucho más que escultura: nuevas colecciones, nuevas sedes' reúne obras como una copia del autorretrato de Tiziano cedida por el Museo del Prado) o un Cristo ejecutado en madera de boj «del círculo de Juan de Juni».
La llega de las obras del extinguido Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, ubicadas en la Casa del Sol en 2011, duplicando el volumen de los fondos del Museo, centra el Acto 5 mientras que el 6, capítulo en el que bajo el título 'Un museo, un futuro, miles de usuarios', que cede el protagonismo a los «usuarios» del Museo, en palabras de la comisaria, que prefiere ese término a otros utilizados hasta ahora como «visitantes o público».
Una peana vacía para que sean estos 'usuarios' quienes se erijan en obras de arte, y se puedan hacer un autorretrato en n espejo habilitado para ello centra este espacio y recoge de alguna manera la línea de trabajo en la que quiere ahondar el nuevo director, dando un papel más participativo a la sociedad en los proyectos de la institución.
La exposición se puede ver hasta el 13 de septiembre en el Colegio de San Gregorio.
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