Enresa asume la central de Garoña: así será su «irreversible» proceso de desmantelamiento
La empresa nacional garantiza la «máxima» seguridad y se compromete a «minimizar» la cantidad de residuos radioactivos que se generen
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Pedro Sedano
BURGOS
Enresa (Empresa Nacional de Residuos SA) escenificó ayer la asunción de la titularidad de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos) de manos de su hasta ahora propietaria, Nuclenor, para iniciar un proceso de desmantelamiento «irreversible», según destacó el presidente de la ... sociedad, José Luis Navarro. Aunque como empresa pública «no entramos en temas de políticas energéticas, sino que nos limitamos a seguir las instrucciones», sí recordó que el cierre de la planta ya se produjo en diciembre de 2012, cuando paró su actividad, y se confirmó en agosto de 2017 con la orden definitiva de cese. Además, añadió que no existe ninguna normativa que prevea la suspensión del proceso de desmantelamiento que ahora se inicia en la central burgalesa, por lo que su reversión «no es posible».
Navarro afirmó que están «preparados» para asumir «un reto extraordinario», pero que cuentan con «experiencia» en desmantelar centrales, y afirmó que se hará con «profesionalidad, rigor, seguridad y transparencia». Explicó así que para poder llevar a cabo estas acciones, Enresa cuenta con más de 30 personas en plantilla, a las que se suman unas 70 de Nuclenor. A éstas se unirá también el personal de otras empresas especializadas contratadas, que colaborarán en el proceso, de forma que se alcanzarán los 350 empleos directos.
Para facilitar la participación de las empresas del entorno de Garoña en las licitaciones necesarias para el desmantelamiento, Enresa colabora con la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos (FAE).
Navarro señaló tanto en declaraciones a los periodistas como en una reunión con alcaldes y concejales de la zona en que la prioridad para Enresa es que todo el proceso sea «seguro», por lo que los tiempos se ajustarán para lograr una garantía de «trabajo bien hecho».Con la simbólica entrega de la llave de la central a Enresa y la firma ante notario de la transferencia de titularidad, culminaba ayer el proceso administrativo previo al desmantelamiento, que se realizará en dos fases. Tendrá un coste presupuestado en 475 millones y se financiará con las tasas específicas que pagan las empresas energéticas para este tipo de tareas, en función de su volumen de producción de electricidad.
A esa cantidad habrá que sumar otra que aún no está cerrada pero que estima en no menos de 150 millones de euros, correspondiente a la retirada del combustible gastado de la piscina de la planta nuclear y que se depositará en un almacén temporal individualizado (ATI), ya construido que en el propio complejo.
El proceso
En esa instalación se depositarán 49 contenedores y, prácticamente al filo del final del proceso de desmantelamiento, otros 5 ó 6 de residuos especiales. Se trata de contenedores con material nuclear de alta actividad que estarán en el ATI durante un tiempo que no está precisado porque dependería de la solución que se pueda arbitrar en un futuro plan de residuos. En este momento la previsión indicaría el paso de ese almacén temporal a uno geológico profundo, que no podría estar listo antes de 2073. No obstante, Navarro indicó que esas fechas podrían acortarse en el caso de que se opte por el paso previo a un almacén temporal centralizado (ATC), que haría de fase intermedia.
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El ATI de Garoña tiene en este momento autorización para el depósito de 32 contenedores, por lo que el presidente de Enresa espera que antes de que finalice 2024 cuenten también con la autorización del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para extender esa capacidad.«Un hito histórico»«En cuanto al desmantelamiento, el presidente de Enresa apuntó que en su primera fase se centrará en la retirada del combustible de la piscina y la reconversión del edificio de turbinas en una planta de tratamiento, lo que estaría culminado para el año 2026. Se trata en ambos casos de materiales nucleares de alta actividad.
Quedarían otros siete años para completar la segunda fase y terminar el proceso con el objetivo de «devolver los terrenos, sin ningún tipo de contaminación radiológica» a sus dueños. «En diez años será Nuclenor quien piense qué quiere hacer» con ellos, informa Ical.Mientras, para el director de la planta, Miguel Ángel Cortés, «este día marca un hito histórico en la vida de la central» al recordar que Garoña se inauguró en 1971 y se mantuvo operativa durante más de 40 años, hasta que en 2012 se desconectó de la red eléctrica. «Cerramos una etapa con el orgullo del trabajo bien hecho», afirmó.
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