Los embalses de Castilla y León sólo pueden almacenar el 60% o menos del agua que reciben
Un estudio analiza el escenario de la Comunidad ante la sequía: capacidad de almacenamiento «muy baja», sin desaladoras posibles ni reutilización
Así podría ganar Castilla y León 1.200 hectómetros de agua embalsada
El embalse de Barrios de Luna, a la mitad de su capacidad, el pasado agosto
La capacidad de almacenamiento «es muy baja tanto en términos absolutos como en términos comparados con otras cuencas españolas», advierte el informe que analiza las posibilidades de guardar agua en la demarcación del Duero, la cuenca mayoritaria en la Comunidad, también bañada por las del ... Miño-Sil, Ebro y Tajo. Sus capacidades de almacenamiento son, además, «muy pequeñas respecto de las aportaciones de los ríos en sus emplazamientos, alrededor del 60% o inferiores». Y, a mayores, están generalmente en tramos altos de los ríos, «donde las aportaciones no son muy significativas todavía», por lo que el agua que puede llenar sus vasos «disminuye todavía más».
El estudio, llevado a cabo en la Universidad de Burgos de la mano del Instituto Tecnológico Agrario, la Junta de Castilla y León y Ferduero, puntualiza que si ya de por sí los 8.000 hectómetros cúbicos que pueden llegar a almacenar el conjunto de embalses del Duero es reducido, «más de la mitad» no se puede utilizar para «regulación natural», esto es, para almacenar y controlar las avenas. Por un lado, por ser «exclusivamente» de uso hidroeléctrico. Por otro, añade, por estar en el tramo final del Duero en territorio español antes de adentrarse en Portugal y encarar su desembocadura en el Atlántico, lo que supone que se sitúan «aguas abajo de todas las demandas urbanas, industriales, acuicultura o de regadío».
Así, tan sólo puede considerarse volumen embalse para regulación 3.800 hectómetros cúbicos -algo más de 2.800 de gestión directa por la Confederación Hidrográfica (CHD)-. Una cantidad «muy pequeña», subraya el informe, que da también las cifras de lo que se 'bebe' Castilla y León: unos 4.300 hectómetros cúbicos al año actualmente y que podrían elevarse hasta los 4.700 a medio plazo, con el regadío como principal consumidor -alrededor del 85%-. «Casi seis veces» más que las posibilidades de guardar sin infraestructuras artificiales, pues «solo se podrían aprovechar entre 750 y 900 hectómetros cúbicos al año».
Irregularidad en las lluvias
Esto, recoge el estudio, en un contexto de cambio climático en el que disminuirán las precipitaciones «en casi toda España», a la vez que aumentarán las temperaturas y las lluvias llegarán con mayor «irregularidad». Las previsiones, contempla, caerán hasta un nueve por ciento en el horizonte de 2040; un 15 para 2070 y hasta un 25% de cara a 2100 en la cuenca del Duero. En cifras de agua sobre Castilla y León supondría pasar de los 16.501 hectómetros cúbicos al año en el conjunto de la Comunidad -casi tres cuartas partes en la cuenca del Duero, con 11.886 hectómetros- a 14.500 en 2039 -10.341 en torno al principal cauce- 13.300 en 2069 -9.500 en el Duero-. Mientras, las demandas urbanas e industriales «no variarán sustancialmente».
Sobre estos datos, señala el informe, «los balances hídricos actuales y a corto plazo muestran problemas en buena parte de los sistemas de explotación», sobre todo en el Órbigo, Carrión, Cega-Adaja-Eresma y Bajo Duero. Sin olvidar, apostilla, la «elevada extracción de agua de algunos acuíferos» como en determinados tramos del Esla, el Órbigo o Los Arenales.
Frente a estos «problemas» desde la segunda mitad del siglo XX se han ido planteando diversos embalses, pero en general no han cuajado, acumulando retrasos en una mezcla de «falta de impulso suficiente» y «oposiciones por parte de distintos sectores de la sociedad». En este sentido, el estudio señala que «de persistir esta situación, los actuales problemas se irán agravando» de forma generalizada, por lo que plantea posibles soluciones en forma de nuevos embalses, recrecido de los que ya están o trasvases entre sistemas de explotación.
Lo que descarta, pese a haberse planteado, es la reutilización de las aguas residuales de puntos de vertido con entidad suficiente -Valladolid, León, Salamanca y Burgos, esto es, las ciudades más grandes-, pero «en todos los casos se desechó» por su «escaso volumen», tanto en términos absolutos como por las soluciones que brindarían.