Decepción con el fin del Toro de la Vega: «Las tradiciones nos las vamos cargando»

Enfado, resignación y malestar en el municipio vallisoletano porque «desde fuera nos digan lo que tenemos que hacer»

El Toro de la Vega 2022, en imágenes

Pancartas de protesta en la celebración del encierro que sustituyó al Toro de la Vega I. TOMÉ

Isabel Jimeno

VALLADOLID

«La tienen cogida con nosotros», se lamentaba un tordesillano de vuelta del campo tras el rápido discurrir de 'Manjar' por el recorrido del encierro mixto -por la calle y el campo- con el que en la localidad vallisoletana se tuvieron que conformar ayer como ... sucedáneo del Toro de la Vega. «Muy mal». Era como veía el cambio el mismo hombre. Enfado, resignación, malestar porque «desde fuera nos digan lo que tenemos que hacer» y el pesar de que «las tradiciones nos las vamos cargando», continuaban. Al final, lamentaba otro vecino, fue «un toro como en otros pueblos». Nada del tradicional torneo en el que los lanceros a pie o a caballo se medían a campo abierto con el morlaco y que con 'Rompesuelas' vivió su último festejo en 2015, justo antes del cambio de legislación en 2016 que impide la muerte del animal en presencia de público en los festejos populares.

Desde entonces, y hasta que la pandemia obligó a la anulación, ya lo tuvieron que cambiar por un encierro. Y este año, la pretensión del Ayuntamiento de Tordesillas de recuperar la esencia con un torneo sin dar muerte al astado, pero dilucidando el ganador con divisas sujetas a un arpón, se ha encontrado otra vez con la protesta de los animalistas y el varapalo judicial del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que el viernes acordó la suspensión cautelar.

Así que lo que sí volvió ayer a la Villa del Tratado fue la polémica, mucha expectación y un fuerte dispositivo de seguridad, con controles en las entradas, agentes también a caballo y varios drones, para asegurarse de que no había altercados. No los hubo. Ni presencia de animalistas de forma visible, aunque varios colectivos ya anunciaron ayer que seguirán pugnando contra el festejo de Tordesillas. Pacma, que fue el partido que recurrió la nueva ordenanza, volverá a los tribunales, esta vez sujeta al argumento de que el permiso para el encierro no ha cumplido los plazos requeridos.

«Todo es política. Por el poder de los animalistas», se quejaban algunos presentes en el festejo de ayer, mientras aguardaban a que el cohete anunciase la puntual salida de 'Manjar' desde los toriles a las 11.00 horas. Mucha expectación y cerca de 20.000 personas congregadas a la cita, incluso desde horas antes, «aunque menos que otros años», reconocían.

El Toro de la Vega ya no es algo diferente al de otros lugares, así que lo esperaban. «Era mejor el torneo», afirmaba un joven, mientras otro amigo valoraba al menos tener aún el encierro. Había muchas personas ayer en Tordesillas que se negaban a hablar en señal de enfado por haber perdido su tradición y ser objeto de las noticias. A otros les daba «igual»: «Las fiestas son mucho más».

Rápido

«Estaba más o menos asumido», asumían quienes sí hablaban. «Ya lo esperábamos», admitía otra mujer subida a la valla aguardando a ver pasar al toro, a la vez que lamentaba que la pretensión de recuperar el torneo, pero sin dar muerte al animal, motivó «estar otra vez en boca de todos y de paletos».

«Nosotros vamos a disfrutar de las fiestas. Nos da lo mismo lo que piensen», defendía un vecino. Y la queja, además, derivó en lo rápido que pasó 'Manjar', el toro de la ganadería Albarreal, negro mulato meano, elegido para la ocasión. 560 kilos de peso y con los pitones despuntados que apenas se entretuvo en el recorrido por las calles, sin dar juego para muchos quiebros, antes de entrar en la vega, momento de los caballistas. A todos los presentes se les comunicó el recuerdo por megafonía de la prohibición del uso incluso de garrochas y de dañar al animal.

El sonido del himno del Toro de la Vega, de los pocos vestigios de la tradición con más de cinco siglos de antigüedad, revivió ayer en Tordesillas, aunque «sólo había uno apuntado», afirmaba un grupo de peñistas. Aunque en su memoria siguen sus fiestas. También en las camisetas de algunos aficionados, donde se leía su 'Sí al Toro de la Vega'. Y en la aplaudida pancarta portada por varias mujeres: «Respeto. Viva el Toro de la Vega. Tengo derecho a mis fiestas».

En menos de 45 minutos, los bueyes salían para dirigir a 'Manjar' a los corrales del prado Zapardiel y se daba por terminado el encierro. Como manda la ley en Castilla y León, al terminar los festejos taurinos de la localidad, el animal morirá.

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