VÍA PULCHRITUDINIS
Sonrisas
Nos arrebatamos la vida a nosotros mismos emulando lo que nos han dicho que está de moda y renunciando a lo que siempre nos hizo felices de verdad
Sindicato de Inquilinos
Efecto bumerán
Una chica que roza la veintena esboza una sonrisa mientras camina por la calle y, por unos instantes, levanta la mirada, una mirada transparente, limpia. La escena es fugaz, en cuanto endereza el paso, acobardada, frunce el ceño, acelera y aprieta los labios para lograr ... esa voluptuosidad reservada a las divas de Hollywood. Si por unos instantes te detienes en una esquina cualquiera puedes ver eso y mucho más. Gente avergonzada de su felicidad, hombres y mujeres arrastrados por la convicción de que el éxito se obtiene a través de certificados de sufrimiento colectivo, de querellas y de ese activismo contra todo que nunca recuerda estar a favor de algo. Emociones superlativas diseñadas con Inteligencia Artificial para ser inalcanzables y que se cuajan en frases vacías que repetimos como loros para pasar por modernos mientras nos abonamos a la frustración. Somos pobres en dinero y en aspiraciones de martirio, somos gente normal.
La culpa de nuestra tristeza no es de nadie aunque nos resulte reconfortante pensar que sí. Somos seres libres, capaces de vivir momentos grandiosos aún con el zurrón vacío. Sonreír es un derecho íntimo que se ejerce por la calle, en casa y hasta en un velatorio cuando la vida se ha vivido de verdad. Claro que hay buenos y malos pero hemos perdido la capacidad de amar al mundo y demostrarlo. El amor parece reservado a esas recetas de cocina que llevan pimiento, cebolla y «mucho amor».
Sonreír no está de moda porque ya sólo valen las carcajadas o los llantos de plañidera. Nos arrebatamos la vida a nosotros mismos emulando lo que nos han dicho que está de moda y renunciando a lo que sin papel de regalo siempre nos hizo y continúa, aunque a escondidas, haciéndonos felices de verdad.
Imaginen que su felicidad no dependiera del éxito de la cumbre de Bakú, de la declaración de Aldama o de que el Madrid gane la decimosexta. Imaginen que viene alguien y les dice que para sonreír en la vida basta con despojarse de todo lo anterior y mirar con respeto a quien se afana por cumplir con su trabajo. Que ser feliz pasa por abroncar a tu hijo cuando lo merece o que cuando hay que luchar por la justicia se haga pero sin pretender que esa salsa bañe el resto del menú. Imaginen que alguien les dice que por las noches te puedes arrodillar ante tu cama, mirar al cielo y darle gracias a Dios por un día más con tu mujer o pedirle suerte para tus hijos en los exámenes. La vida nos dará penas y alegrías y la oportunidad única de regalar al mundo una sonrisa en la esquina de cualquier calle y hacer feliz a quien te mire.