VÍA PULCHRITUDINIS
Madres de verdad
Una mujer puede trabajar o ser ama de casa, ser líder o sirviente pero tiene un privilegio que sólo una madre posee por derecho propio
Un Papa para todos
Domingo de Resurrección
Valladolid
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Iniciar sesiónLa semana pasada mi amigo Pedro me dijo que no te hacías mayor hasta que no faltaban tus padres. Todo lo ocurrido hasta ese momento es como una infancia por fascículos en la que ves cómo el tiempo pasa y tus responsabilidades se acrecientan pero ... con red de seguridad. No es una cuestión de respaldo financiero sino de integridad moral, de una madre y un padre que por malos que sean siempre serán tu guía moral porque ellos siempre querrán que seas mejor que ellos. En algunos casos la fortuna eleva ese respaldo hasta extremos insospechados y en otros la excelencia es precaria y deja paso a un tibio aroma de complicidad, de amable convivencia, de amor que, para los efectos, nos sirve igual.
En mi casa el día de la Madre siempre se ha celebrado el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, pero no cabe duda que hoy los dibujos hechos por los más pequeños en el colegio se esparcen por doquier y la caligrafía infantil adorna frigoríficos y perfiles de whatssap: «Mamá te quiero». Seguro que hay mucho que criticar a la mercantilización del día pero en medio de tanto apagón, tanta corrupción y tanta guerra merece la pena dedicar un homenaje a la piedra angular de la familia, de la sociedad. Esas mujeres que tienen el privilegio de poder darnos una vida de hijos. La encarnación máxima del sacrificio, del dolor soportado, del amor incondicional. Ningún imbécil dudará de lo imprescindible en lo biológico de hombres y mujeres, de padres y madres pero poder ser madre de hijo eleva la categoría humana a niveles estratosféricos. Aquí no importa que en el registro civil ponga lo que queramos que ponga, ese santuario está a salvo de modas, deseos y legislaciones.
Una mujer puede trabajar o ser ama de casa, ser líder o sirviente pero tiene un privilegio que sólo una madre posee por derecho propio y del que todos nos beneficiamos. Algo que no se puede comprar y que no conceden ni las leyes ni los discursos identitarios. Ser madre de verdad es inalcanzable para la inteligencia artificial y hasta para quienes piensan que semejante condición se puede subcontratar a una pobre víctima de trata en un país tercermundista. Fíjense que en este país, en el que somos incapaces de ponernos de acuerdo hasta en si abortar es un derecho o un asesinato, todos están de acuerdo en que lo de comprar maternidades por subrogación está tan mal como tratar con seres humanos. Lo sagrado de la maternidad y evitar que se mercadee con ella es la única cuestión en la que en este país somos capaces de ponernos de acuerdo rojos y fachas, creyentes y ateos, feministas y machistas, catalanes y castellanos. Feliz día de la Madre.
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