vía pulcrhitudinis
A lomos del silencio
Esos recién nacidos de Lola Herrera no sólo creen llevar la razón sino que, además, berrean. Lo más triste es que, excepto a hablar cuando no toca, poco nuevo han inventado
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Iniciar sesiónLa vallisoletana Lola Herrera dice que «vivimos en una época de recién nacidos que lo saben todo». No, no es una frase de uno de los guiones interpretados por la actriz sino la reflexión de una mujer que peina canas y ha acompasado su vida ... con la del éxito. No sé si será por eso o por haber interpretado tantas veces al maestro Delibes -otro viejo de canon- pero lleva razón. Ya no sólo los niños lo saben todo sino que hasta los perros y los gatos son incontestables. No nos atrevemos a decirles que no porque «le quiero tanto…». Hay tontadas por doquier y animaladas por todas partes pero nos callamos por un insospechado respeto que, sin embargo, negamos a aquellos que ya no hablan por no molestar.
Esas bocas cerradas constriñen nuestros pensamientos hasta el extremo de hacérnoslos olvidar. Fiamos todo a un aterrador «total… ¿para qué?». Mis alumnos reconocen sin rubor que ya no hablan de política con sus compañeros porque tienen miedo a que la discusión acabe mal, tienen pavor a los ultras que gritan y prostituyen el derecho irrenunciable a la libertad de expresión confundiéndolo con tener la razón. Ser el más bocazas en un bar, en el Parlamento o en Twitter no te convierte indefectiblemente en el que más razón tiene. El problema viene cuando alguien erige por decreto esa estupidez como derecho. Por mucho que se empeñen, matar está mal y, sin embargo, ahí están las últimas leyes que lo habilitan como un teórico derecho fundamental de alguien que vocea y que, curiosamente, también impone su derecho al del que está en silencio porque no puede hablar. No piensen sólo en el aborto y la eutanasia, piensen en cuánto de lo que ahora mismo se les pasa por la cabeza les llevaría a esa hoguera de bits anónimos que nos gobiernan desde el miedo.
Esos recién nacidos de Lola Herrera no sólo creen llevar la razón sino que, además, berrean. Lo más triste es que, excepto a hablar cuando no toca, poco nuevo han inventado. Se limitan a cercenar la historia, a descoyuntar lo unido, a arrinconar a sus mayores…. En cualquier caso, no se preocupen porque todavía quedan recién nacidos de esos que «no dan un ruido y te dejan dormir toda la noche», que hacen cosas muy buenas y, aún sin darnos cuenta, sacarán adelante este mundo aunque sea en silencio.
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