Dar lustre a 'joyas' del arte para que Las Edades lleven «esperanza»
Junto a imagineros como Gregorio Fernández o Alejo de Vahía, en su regreso a Zamora la Fundación reunirá a «autores inéditos» en sus proyectos expositivos. En el taller trabajan estos días a contrarreloj en la puesta a punto de las obras
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Valladolid
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Iniciar sesión«Para una apasionada del arte como yo, tener el privilegio de trabajar en una obra de Gregorio Fernández o Alejo de Vahía es como meterte en las páginas de un libro para hacer un viaje al estilo de Julio Verne pero hacia atrás», dice ... Pilar Bombín, restauradora de la Fundación Las Edades del Hombre mientras trabaja en una talla bastante deteriorada procedente de la Iglesia de Santa María del Castillo de Cervera de Pisuerga (Palencia). Es una Virgen con el Niño cuya belleza original todavía se intuye pese a presentar «unas patologías bastante complicadas de solucionar». Son consecuencia del tiempo, pero sobre todo de que «alguien, en algún momento, intervino sobre ella y destruyó gran parte de su policromía». Su trabajo en las próximos días consistirá en retirarle «toda esa pátina» que da a la escultura un tono «marrón sucio», un proceso que prevé «lento, complicado y minucioso». Le ayudará saber que el artista que está detrás de su autoría pertenece a la escuela de Alejo de Vahía, lo que permite trabajar «con unos fondos que ya conocemos». Su objetivo es poner la pieza «a punto» para mostrarla en Zamora «con la máxima belleza que nos pueda dar».
Esta talla de madera es una de las que viajará hasta la ciudad del románico para participar en 'EsperanZa', nombre escogido para la XXVIIII edición de la muestra de arte sacro, que tendrá como sedes la catedral y la emblemática iglesia de San Cipriano, con apoyo del templo del Carmen para talleres escolares. La exhibición reunirá cerca de un centenar de obras, de las cuales casi una veintena han pasado por el taller de la Fundación, ubicado desde hace tiempo en un ala del Monasterio de Santa María de Valbuena, en el municipio vallisoletano de San Bernardo.
Procedencia "muy variada"
La capital zamorana volverá a acoger un magno proyecto expositivo de Las Edades tras la edición celebrada a comienzos del nuevo milenio. Además de piezas de los mencionados autores, aglutinará obra de artistas «inéditos» que la Fundación prefiere no desvelar hasta la inauguración. De hecho, pocas pistas han dado hasta la fecha sobre el contenido. Se sabe que con el título han querido hacer un guiño a la primera muestra que acogió la ciudad -RemembranZa-. También, que alude a la celebración, durante 2005, del Año Jubilar de la Esperanza, y que la idea nació a raíz de los incendios que se vivieron en 2022 en la provincia, en la Sierra de la Culebra, «con el deseo de decir a Zamora «que hay esperanza y que, cuando somos capaces de hacer proyectos comunes y de poner en valor lo que somos y lo que tenemos, hay futuro», señaló durante su presentación el obispo Fernando Varela.
Las piezas que nutrirán la exposición -distribuida en tres capítulos- proceden de museos, iglesias, monasterios e incluso colecciones privadas tanto de Castilla y León, como de otras comunidades, -Galicia, Aragón y Andalucía, entre ellas-. De hecho, pese a que el tamaño de la muestra es más reducido que otras ediciones, el origen de sus obras será incluso «más variado».
En el taller, los restauradores de Las Edades llevan trabajando en las obras que recalarán en 'EsperanZa' desde hace «unos tres meses». Estos días ya casi a contrarreloj, pues la inauguración se prevé antes de mediados de octubre. En muchos casos, su intervención ha consistido en una simple «revisión» y limpieza superficial. En otros, se ha necesitado de un trabajo más a fondo.
Entre las piezas de mayor volumen que han pasado por las manos de Pilar Bombín se encuentran unos alto relieves pertenecientes al retablo que Gregorio Fernández realizó para la iglesia de Los Santos Juanes de Nava del Rey (Valladolid). Su empeño ha sido «intentar recuperar» en la mayor medida posible la policromía original de un conjunto que fue 'repintado' durante el barroco siguiendo las modas de aquella época, con colores más brillantes y un mayor contraste entre claros y oscuros «para tener impacto en los feligreses». Su ubicación, en la parte superior del retablo, hizo que estos repintes se realizaran solo en el frontal de las piezas, así que, una vez descolgadas, los tonos del reverso puso a la experta sobre la pista de los colores primigenios.
Bombín ve su trabajo como el de un jardinero. Al final, «lo que hacemos es quitar las malas hierbas para dejar ver las flores y que aparezcan en su máxima belleza...». Estos días, los colores ocres, dorados, rojizos y marrones que abundan en las policromías tiñen ese «hermoso jardín» de obras de arte en que se ha convertido el taller. Son los mismos tonos que se pueden ver en estas fechas en los frondosos viñedos que envuelven el Monasterio de Santa María de Valbuena, situado en la 'milla de oro' de la Ribera del Duero, ahora en plena campaña de recogida.
Una corona de cuero
Lo que queda pendiente es, fundamentalmente, escultura, pero por las manos de los restauradores también ha pasado tablas, lienzos... Este año no han llegado libros ni documentos como en anteriores ediciones, pero si reposa sobre una de las mesas una pieza muy singular. Se trata de una corona realizada en cuero repujado. Pertenece a una de las vírgenes en las que trabaja Pilar. «Es una joya en sí misma», asegura.
Su compañera Beatriz Martín tiene entre sus manos otra muy sensible. Se trata de 'Los Novísimos', de Giovanni Bernardino Azzolino, procedentes del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid. Data de principios del siglo XVI y son un conjunto de cuatro pequeñas esculturas modeladas en cera coloreada que no llegan a los 20 centímetros de altura. Representan lo que eran, según los planteamientos de la Contrarreforma, los cuatro últimos estados del ser humano: la muerte, el juicio o purgatorio, el infierno y la gloria. «Son muy delicadas de conservar, pero también de manipular porque al tocarlas con las manos, e incluso con los isopos, puedes dejar marcas», explica mientras se afana en su limpieza. Detalla que el estado de la obra es «estable», pero tenía «una gran cantidad de suciedad superficial», y «algunas grietas que han desprendido algo de cera».
A su lado reposa una de las tallas de un conjunto escultórico formado por los padres de la Iglesia -San Gregorio Magno, San Ambrosio, San Agustín y San Juan Bautista-. Han sido descolgado del retablo mayor de la iglesia de la Asunción de Morales del Vino (Zamora) y está atribuido al escultor Esteban de Rueda. En estas obras sí que se tuvo que emplear a fondo porque «se encontraban en muy mal estado en cuanto a suciedad, tenían los barnices oxidados y bastantes pérdidas volumétricas...». Su labor consistió en sentar la policromía, sustituir la madera desgarrada y cambiar los clavos de forja que tenía por espigas de madera para que «los elementos quedasen bien sujetos».
Beatriz lleva trabajando en los talleres de la Fundación desde 2017 y en ese tiempo ha visto una gran evolución en algunas de las herramientas utilizadas en restauración: «Ahora se recurre mucho a los rayos ultravioletas para temas de informes, infrarrojos, radiografías e incluso impresoras 3D para analizar la integración volumétrica». Unos avances que no sólo les ayudan en su trabajo sino también en su «salud», añade antes de citar los armarios para químicos, los extractores de humos y «máscaras cada vez mejores».
Entre las novedades incorporadas al taller en los últimos años se encuentra una máquina para detectar la presencia de insectos xilófagos y eliminarlos. Estos días están tratando con ella una Piedad de la iglesia de las Angustias de Valladolid que también viajará a Zamora. El objetivo es evitar que la madera pierda consistencia. Hay veces que se llega tarde y toca «inyectar para devolver la estructura a la pieza», apunta la restauradora Sara Casas mientras trabaja en una talla procedente de Resmondo (Segovia) a la que se hará una pequeña intervención para que pueda exponerse, aunque tras pasar por Zamora volverá para su completa recuperación.
Principios
Reversibilidad, estabilidad y discernibilidad son los principios que rigen el trabajo de cualquier restaurador. Se trata básicamente de que la pieza no evolucione a nada y que todo lo que se ponga se pueda eliminar en un momento dado. «Siempre tenemos el criterio de mínima intervención», subraya Alba Zarandona, otra de las restauradoras, recordando que siempre que se interviene en una pieza para exponer se es «más respetuoso»: «Nosotros no inventamos nada, a no ser que haya algún tipo de documentación gráfica al respecto».
La tarea en el taller continuará hasta los días previos a la inauguración. Mientras, algunas obras reposan ya embaladas esperando a ser trasladadas a las sedes, donde ya se está trabajando para su acondicionamiento.
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