El cielo da una tregua para vivir con fervor el Jueves Santo
Cofrades, vecinos y turistas aprovechan la ausencia de lluvias para presenciar los desfiles procesionales, que sacan a las enmudecidas calles siglos de arte e historia
Las manos que 'cosen' con devoción la Semana Santa

Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión», reza un refrán castellano. Ayer, el cielo se lo tomó al pie de la letra y respetó para alegría de cofrades, fieles, vecinos y visitantes, a los que las inclemencias meteorológicas han jugado más de una mala pasada en lo que va de Semana Santa. Pese a que las nubes fueron juntándose y oscureciendo según pasaban las horas, optaron por dar una tregua y no descargar, lo que permitió a Castilla y León rememorar con fervor y devoción las últimas horas de Jesús, manifestación religiosa que en las calles se convierte en arte y cultura de la mano de tallas y conjuntos escultóricos realizados por los mejores imagineros que acumulan siglos de historia.
Las escenas de la Pasión se repitieron en ciudades y pueblos, cuyas vías se llenaron para regocijo de la restauración y la hostelería, que ya vaticinaba buenas cifras. Desde por la mañana se sucedieron los desfiles procesionales que continuaban al cierre de esta edición mientras los devotos seguían mirando al cielo temerosos por las precipitaciones. Una de las procesiones más madrugadoras fue la protagonizada en Valladolid por la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz. Escasos minutos después de las 11.00 horas, la que llaman 'La Perla' del escultor Gregorio Fernández, por ser una de sus mas extraordinarias piezas, cruzaba el umbral del Palacio de Santa Cruz, un movimiento que los cofrades volvieron que hacer lentamente y con precisión milimétrica, lo que permitió a los presentes observar la belleza de la talla de madera, esculpida con tanto detalle que hasta se puede ver como una espina de la corona atraviesa una de las cejas de Cristo. A sus pies, un bello manto de lirios morados.
Antes de que el paso enfilara portado a hombros la calle Librería camino de la Plaza de la Universidad, se vivió otro emocionante momento, cuando el coro universitario entonó el 'Gaudeamus' y un gaitero hizo lo propio con su instrumento desde el balcón de la Casa de Galicia.
Ya por la tarde, brilló el Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre, que volvió a salir en vertical de la Iglesia de La Antigua, después de que lo hiciera por primera vez el año pasado. Le acompañó la reciente imagen de María Santísima de la Caridad. La emoción se apoderó también de los zamoranos al ver pasar a su Virgen de la Esperanza por el remozado puente románico camino de la empinada Cuesta de Balborraz a hombros de sus cargadores, suavemente mecida por los acordes de La Saeta.
El sol también lució en Zamora, cuyas calles fueron durante todo el día un hervidero de gente. Más de mil mujeres enlutadas, tocadas con mantilla y peineta, arroparon la hermosa talla, cuyo manto verde deja un rastro de estrellas.Horas después, el tono púrpura de la Archicofradía de la Vera Cruz tiñó las viejas rúas de la ciudad del románico.
Con un recorrido ligeramente modificado tanto en la ida como en el regreso, los once pasos de la hermandad aguardaron su salida estratégicamente colocados en San Andrés hasta que el cortejo comenzó a avanzar en paso y en silencio, solo roto por el crujir de la madera y el golpe de las baquetas sobre los tambores. En las calles, siglos de historia y arte acumulados en los once pasos que desfilan -diez de ellos a hombros- escenificando la más compleja iconografía de la Pasión que existe en España: la Santa Cruz, el Lavatorio de Pies, la Santa Cena, la Oración en el Huerto, el Prendimiento, la Sentencia, la Flagelación, el Ecce Homo, la Coronación de Espinas, el Nazareno y la Virgen Dolorosa. Ya entonces, los fieles miraban de reojo al cielo, rogando que el tiempo permitiese la salida de Jesús Yacente, la maravillosa talla de Francisco de Fermín, discípulo aventajado de Gregorio Fernández.



León también se echó ayer a la calle desde por la mañana para presenciar el pregón a caballo de la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, que Manuel Jáñez Gallego, el «papón de renombre» encargado de pronunciarlo en esta ocasión, concluía así: «Abrid de par en par todas las puertas, que troten los corceles desbocados llevando a la ciudad la buena nueva y anunciad con voz de enamorado la séptima palabra, que es que el padre se ha encomendado», informa Ical.
El fervor de las calles se repitió también de puertas para dentro en iglesias y templos, donde oriundos y visitantes entraban para contemplar los pasos antes de desfilar en procesión. También en la Catedral de Valladolid, donde el arzobispo y también máximo representante de la Iglesia católica en España, Luis Argüello, lamentó durante la homilía de la misa crismal que «el mundo en el que vivimos ha hecho tal elogio del individualismo que parece imposible la convivencia». «Sólo dejando que el Señor actúe en nuestros corazones, venza al pecado y, entonces, nos haga capaces del don de sí, surge la novedad de la vida cristiana» añadió, abogando por la «unión entre hermanos» para luchar contra ese «individualismo» que penetra como un «virus». A la celebración acudieron más de un centenar de presbíteros, que renovaron sus promesas sacerdotales. Se llenó de autoridades también el pequeño municipio de Bercianos de Aliste (Zamora), donde acudió el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y la vicepresidenta, Isabel Blanco, que asistieron a la Procesión de la Carrera.
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