'La Casa del Siglo XV', la primera ventana que Segovia abrió al arte contemporáneo

Al inicio de la década de los 60 la dictadura española llevaba ya unos años suavizándose y el país iniciaba su despertar, lo que permitió el desarrollo de un arte renovado que, además, sería utilizado por el gobierno franquista en el extranjero con el objetivo de transmitir una visión aperturista del país. En este contexto es el que abrió sus puertas la galería segoviana. Era diciembre de 1962.

Esta década es el punto de partida de esta muestra homenaje que reúne más de un centenar de obras de 70 artistas, la mayoría referentes de una escuela, estilo o época como Eduardo Chillida, Antoni Tápies o Fernando Zóbel, creadores que además ocupan un espacio importante en la muestra coincidiendo con el centenario de su nacimiento.

A la nómina de artistas reunidos se suman también, entre otros, Joan Brossa, Juan Genovés, Luis Gordillo, José Manuel Broto, Rafael Canogar, Miguel Ángel Campano...«Lo que hemos hecho es entresacar una línea temporal de las tendencias artísticas más importantes que se desarrollaron en la segunda mitad del siglo XX», detalla a ABC Ana Doldán, cuyo trabajo comenzó con la revisión de todas las exposiciones que había acogido la galería segoviana durante su primera etapa de vida -luego fue reabierta hasta en dos ocasiones con sendos proyectos que no fructificaron-: «Se hicieron, aproximadamente, unas 500 exposiciones y pasaron por ella más de 200 artistas».

Recuerda la comisaria que en el momento de su apertura «Segovia era una capital de provincia prácticamente desconectada del panorama nacional». Por ello, considera que lo que hicieron Ángel y Jesús fue «un acontecimiento de primer orden»: «Supuso la entrada del arte contemporáneo en la ciudad de Segovia», convirtiéndose esta galería en «escenario de representación de las nuevas tendencias que estaban surgiendo en la España de mediados del siglo XX».

No sólo eso, sino que además permitió a los artistas que surgían en ese momento disponer de una 'escuela' en la que «poder conocer de primera mano lo que estaba ocurriendo en el panorama nacional, que a su vez era reflejo de lo que estaba sucediendo a nivel internacional, aunque con un cierto desfase». También logró «fomentar de alguna manera el coleccionismo en la ciudad» : «Fueron pioneros en una urbe tan pequeña», sostiene Ana Doldán, que recuerda también el «exquisito gusto» de los galeristas tanto en la organización de las exposiciones como en la edición de su cartelería.

Emulando aquel espíritu que imprimieron los hermanos Serrano la exposición recoge como «en una especie de cartografía», representación de la mayoría de las tendencias que surgieron en aquel momento, comenzando por el informalismo matérico de los años cincuenta y sesenta, un estilo representado en la obra de Tapies, Chillida y Oteiza y «que permitió al régimen ofrecer una visión moderna del país«

El informalismo expresionista y el Grupo El Paso, entre los años 1957 y 1960, es la siguiente parada del recorrido expositivo, de la mano de Manuel Millares, Antonio Saura, Rafael Canogar, entre otros. Le sigue El Grupo de Cuenca, 1959-1966, con Fernando Zóbel como referente. El artista, nacido en Filipinas y formado en Harvard, comenzó pronto a comprar obras que él consideraba más significativas de los artistas abstractos españoles, y fue «el primer en abrir un museo» dedicado a este tendencia.

La abstracción geométrica de Oteiza y del Equipo 57 acapara el cuarto capítulo de la muestra, mientras que el quinto hace parada en el trabajo de los artistas que fueron pioneros en el arte conceptual en nuestro país -Joan Brossa y Válcarcel Medina-, así como en los que introdujeron las tendencias relacionadas con la observación de la naturaleza -Eva Lootz, Mitsuo Miura, Adolfo Schlosser...-. El arte pop en España (1960-1980); Luis Gordillo y la nueva figuración madrileña (1970-1980); los campos de color y la abstracción lírica (1970-1999), con José Guerrero y Esteban Vicente como únicos representantes, hilan los capítulos 6, 7 y 8, mientras que la recta final de la muestra está dedicada a la neofiguración española de tendencia expresionista (Juan Barjola) y la renovación de la pintura entre 1980 y 1999.

El colofón lo ponen los 'ecos locales', donde se hace referencia a cómo artistas segovianos o afincados en Segovia «educaron su mirada en las salas de 'La Casa del Siglo XV'. Algunos de ellos celebraron su primera individual en ella, suponiendo una importante plataforma de impulso para sus trayectorias». Alberto Reguera, Patricia Azcárate, Carlos León, Carlos de Paz o Luis Moro son algunos ejemplos.

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La exposición sigue un orden cronológico, si bien es cierto que algunos de estos movimientos «fueron coetáneos, derivan de una misma fuente que es la abstracción», puntualiza Ana Doldán, cuya intención fue siempre abarcar los años de trayectoria de la galería: «Lo que se ha intentado es rastrear los principales movimientos para dar una visión al espectador de en qué momento sociopolítico surgieron estas tendencias y cómo podemos vincularlo con las propuestas actuales».

La muestra es una iniciativa impulsada por la Fundación Arte Cultura y Patrimonio, con la colaboración de Fundación Torreón de Lozoya y el mecenazgo de la Fundación La Caixa. La comisaria explica que «la intención» que han tenido es que la mayoría de las obras procedieran de colecciones privadas como espejo de lo que supuso la galería segoviana y con el fin de resaltar que «el coleccionismo se ha convertido en un pilar fundamental para el sostenimiento del circuito del arte».

La comisaria echa en falta ahora mismo en la ciudad del Acueducto un proyecto similar al que impulsaron los hermanos Serrano: «Sería fundamental porque Segovia siempre ha sido una importante cantera de artistas» y «ahora mismo falta una plataforma para que puedan exhibir su obra». Aún así, sentencia que 'La Casa del Siglo XV' fue más que eso, y que parte del secreto de su éxito fue la relación «tan personal» que los galeristas establecieron con los artistas: «Fueron personas a las que no se ponía nada por delante. Después de la guerra fueron los primeros que se atrevieron a inaugurar una exposición dedicada a Picasso, sin ningún éxito, pero ahí quedó en la memoria de los segovianos como una gran hazaña». «Se atrevían a arriesgarse y quizá ahora falta un poco de eso», concluye.