FANTASMAS Y CASTILLOS (X)
Los Cartagena: el secreto de los judíos conversos de Burgos
Los vecinos de Olmillos no los reconocían como señores del lugar, lo que condujo a esta influente familia - los Ha-Levy- a la construcción de esta imponente fortaleza
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El Castillo de Olmillos de Sasamón (Burgos), fortaleza señorial construida a mediados del siglo XV por Pedro de Cartagena, regidor de Burgos y miembro de una influyente familia de origen converso, es símbolo de resiliencia: la de los judíos burgaleses que vieron peligrar ... sus vidas y se convirtieron al cristianismo, en cuya estructura social alcanzaron las cimas más altas.
El castillo comenzó a construirse hacia 1440-1446, durante el reinado de Juan II de Castilla, cuando Pedro de Cartagena adquirió el señorío de Olmillos a Diego Gómez de Sandoval, lo que le otorgó derechos feudales sobre la villa y sus habitantes. Fue concebido principalmente como residencia fortificada para la familia donde acudir para solaz, recreo, confort y, cómo no, signo de estatus social.
Pedro de Cartagena (1387-1470) descendía, efectivamente, de una familia de judíos conversos. Su padre, Salomón ha-Levi, había sido rabino mayor de Burgos antes de convertirse al cristianismo y adoptar el nombre de Pablo de Santa María para ser después obispo de Burgos y una figura clave en la Iglesia y la política castellana como consejero de los reyes de Castilla. Su conversión, junto con la de su familia, se produjo en un contexto de creciente presión sobre los judíos en la Castilla medieval, especialmente tras los pogromos de 1391.
Salomón ha-Levi había sido educado en la tradición hispanojudía, basada en el aprendizaje de las ciencias y la filosofía medieval. Su conversión, cercana a los disturbios iniciados en Andalucía que se propagaron por toda la Península, en 1391, no se produjo de manera individual, sino que, como rabino de la comunidad judía burgalesa, hubo de convencer también a sus acólitos de las bondades del cristianismo.
Salomón había llegado a la conclusión de que la única posibilidad para la salvación física y espiritual era la conversión. Con el nombre de Pablo de Santa María siempre cuidó de las aljamas judías hispanas. Bajo el reinado de Enrique III logró reducir a la mitad la deuda de los judíos castellanos y fue el gran mediador en la pragmática de Valladolid de 1412, concerniente al cruel «encerramiento de judíos y moros». En 1432, a los 83 años de edad, terminó el 'Scrutinium Scripturarum', un diálogo entre un cristiano y un judío: sus deseos de concordia estaban justificados, como pudo comprobar su hijo.
Revueltas
La familia, como otros conversos, mantuvo muchas tensiones con los vecinos de Olmillos, quienes se negaban a reconocerlos como señores del lugar: altercados, revueltas a las puertas del castillo, intrigas para expulsarlos se sucedían con frecuencia, pues los Cartagena eran vistos con recelo por su fulgurante ascenso social.
Los muchos episodios de hostilidad hacia los conversos, especialmente durante las revueltas antiseñoriales y los disturbios 'anticristianos nuevos', afectaban no solo a su seguridad, sino a su prestigio. El carácter fortificado del palacio indica claramente que Pedro estaba preparado para posibles ataques.
Y aunque el castillo no era la residencia principal de Pedro, que vivía principalmente en Burgos, donde ejercía como regidor, la distancia entre la ciudad y Olmillos (unos 30 kilómetros) le dio más de un disgusto, amén de suponer las consiguientes dificultades logísticas para el traslado o la provisión de víveres -que probablemente realizaba con escolta-.
La conversión al cristianismo permitió a la familia Ha-Levi (ahora Cartagena) integrarse en la élite cristiana burgalesa, donde acumularon riqueza y poder gracias a las alianzas matrimoniales. Al fundar el mayorazgo de la familia, un sistema legal que garantizaba la transmisión íntegra de los bienes familiares a un heredero principal, Pedro se aseguró la continuidad de su linaje.
El Castillo de Olmillos es el testimonio vivo del ascenso de los conversos en la sociedad castellana del siglo XV, un caso de éxito de ascensor social y de cómo algunos judíos lograron integrarse en la élite cristiana abrazando la fe en Cristo, no sabemos si totalmente convencidos. La fortaleza es hoy la sede de un hotel de cuatro estrellas, muy apreciado por los sibaritas y viajeros, acaso deseosos de encontrarse con don Pedro de Cartagena, que dicen que aún continúa por allí en uno de sus retiros, acaso encierros, estudiando cómo defenderse de sus indignados vasallos.
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