El Bierzo 'llora' lágrimas negras

Ocurrió en el recóndito valle de Fornela, donde los vecinos que no salieron despavoridos de sus casas por miedo al fuego, se quedaron para celebrar su fiesta. Bajo una niebla entre gris y anaranjada que oscurecía el cielo, cumplieron con la costumbre que manda sacar las imágenes de la Virgen, desde el santuario de Trascastro y de vuelta a los pueblos de Peranzanes y Chano, acompañadas por sus respectivos grupos de danzas. Es una tradición ancestral que, precisamente, este año ha estrenado su declaración como Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla y León.

Y en estas estaban mirando de reojo a sus montañas, amenazas por el cercano incendio que empezó dos valles más allá, en Anllares, y parecía acercarse al pueblo de Faro. Coincidiendo con la salida de la Virgen, empezaron a caer gotas de lluvia. Las primeras de un agosto que ha sido especialmente seco y caluroso, además de devastador. Los más devotos las recibían como una señal divina. Tanto, que no faltaron plegarias de agradecimiento por lo que pudieran servir de ayuda para apagar los incendios.

Y, claro, hubo que cubrir rápidamente el manto blanco de la Señora, para evitar que quedara tiznado. Porque de inmediato se podía comprobar que caían gotas negras. Lluvia negra provocada por la combinación entre el agua y las microscópicas e invisibles partículas de ceniza y hollín que almacena el humo que estos días cubre, persistente, la comarca del Bierzo y otros territorios afectados por el fuego. El negro manchaba la cara, el pelo y la ropa, como recordando, también, aquellos tiempos en los que el minero llegaba a su casa tiznado de carbón. Con sus camisas embadurnadas, no pararon los danzantes. Siguieron las niñas que llevaban a la Virgen.

Habían visto lágrimas negras de dolor. Dolor de una comarca que ha visto cómo Las Médulas cambiaban su singular paisaje por una lúgubre naturaleza muerta. Lágrimas negras, aunque fueron poco más de cuatro gotas, para evidenciar el desconsuelo de esta tierra que, en poco más de una semana catastrófica ha visto truncadas las buenas estadísticas de incendios forestales de, al menos, los dos últimos años.

Ocurría este fin de semana, en un día en el que el Bierzo se convertía en la zona más contaminada del planeta, con niveles tóxicos en el aire muy por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los índices que se registran en las ciudades que se consideran más contaminadas del mundo.

Los índices de partículas en suspensión en el ambiente se situaban muy por encima de los 200 microgramos por metro cúbico de aire, según registros publicados por la estación meteorológica local Meteo Spyfly, que utilizó la comparación de una «cámara de gas a cielo abierto» para calificar la situación.

Eran hasta diez veces más de los límites que marca la OMS. Y hubo picos de hasta 300, según datos de la red de sensores que la empresa Redytel tiene activos en Ponferrada. Millones de partículas contaminantes entraron directamente en los pulmones, con las evidentes consecuencias para la salud. Ponferrada se situó, este fin de semana, por encima de megaurbes donde resulta más difícil respirar en el planeta, como Pekín (China), Delhi (India) o Ciudad de México. Y también de los índices que se llegaron a medir en Madrid, durante los episodios históricos de más polución.