Seis menos cinco de la mañana. La explosión fue lo primero que oyó Javier Redondo al despertar, lo segundo el grito de su mujer -que se había levantado para ir a trabajar-, advirtiéndole sobre el fuego. Apenas unas horas más tarde, este policía nacional, que ... dormía en su casa «pared con pared» con la vivienda que ha reventado de madrugada en el barrio vallisoletano de Parquesol, repasa unos instantes frenéticos: se asomó, y al no ver humo, pidió a su esposa y a su hija que se pusieran los zapatos y estas bajaron por las escaleras, pero él tardó un poco más y sacó a su vecino, cuyo piso había quedado «diáfano y en llamas», barrido por el reventón. «Yo me quedo», dijo al pedirle a su familia que se marchara. «Estaba todo destrozado, pero yo sabía que él tenía que estar ahí y que vivía solo», explica.
Sin tiempo para pensarlo demasiado, le buscó hasta encontrarle «desnudo en la terraza» y según sus palabras, probablemente en 'shock' y con quemaduras visibles. La cama ardía, su bidet estaba en el pasillo, ejemplifica. «Él sólo repetía 'Ya estoy muerto, ya estoy muerto', lo saqué a rastras entre los escombros», indica este 'héroe imprevisto', que accedió por la ventana. «Le agarré como pude porque donde le tocaba dolía», añade.
Ya en las escaleras otro vecino del mismo piso le ayudó a llevarle hasta la calle, donde ya estaban los servicios de emergencias o los primeros efectivos de policía.
Los vecinos del bloque de enfrente relatan como «se nos ha movido hasta la cama»
«Algo así te hace botar de la cama, no sabes lo que pasa, sales como que estás soñando, como en una película», narra el agente. «Lo que no sé es cómo no ha pasado más, está todo lleno de cascotes», reconoce poco después, a las propias puertas del número 23 de la calle Juan de Valladolid, donde trece personas han resultado heridas por la explosión de gas.
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