ARTES & LETRAS
Arte en sintonía «con el alma del mundo»
EXPOSICIONES
El premio Castilla y León Luis Moro lanza desde el MUSAC «una llamada de atención ante el delicado equilibrio ecológico y las alteraciones climáticas»
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C. Monje
En 2019 Luis Moro (Segovia, 1969) realizó la serie 'Resistencia animal' para una exposición en el Museo de la Ciudad de México que se celebraría entre enero y marzo de 2020. «En ella planteaba las adaptación de las especies -mi iconografía animal- a la vida ... en la ciudad, donde artrópodos y mamíferos regresaban tímidamente, con curiosidad, al espacio que había sido su hábitat natural, al lugar que se había convertido en una jungla de asfalto, buscando un resquicio donde poder sobrevivir», recuerda el premio Castilla y León de las Artes.
Por una de esas casualidades de la vida, la realidad que supera la ficción vino a darle la razón: la pandemia del Covid y el confinamiento convirtió en «escenas reales» lo que él había pintado poco antes. Como a casi todo el mundo en aquellos momentos, le llegaban vídeos de animales paseando por las calles de las ciudades desiertas de gente, y comentarios sobre la similitud de esas imágenes tan difundidas con el relato de su serie, que terminaba por entonces su exhibición en el museo mexicano. «Dibujé, seleccioné y recorté fotografías de periódicos; comencé a pintar sobre ellas, como en un ejercicio de apropiación y transformación de la realidad contada, un acto de reescritura. Los animales, nuevamente en su regreso silencioso a las ciudades», cuenta el pintor segoviano.
Al preparar la exposición que ahora puede verse en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), el autor le presentó al comisario, Fernando Castro Flórez, la serie de bocetos y contemplaron la posibilidad de aprovechar los amplios espacios con «algunas piezas en gran formato» acompañadas de los dibujos «como parte del proceso». «Así es como surge 'El bramido de la Tierra', con el ciervo como elemento clave y ejemplar totémico, en representación del mundo animal llegado del bosque, como representación de los ecosistemas naturales», precisa el pintor.
Dos pavos reales o dos elefantes pasan por el lugar normalmente reservado al tráfico y ponen una nota de color en un espacio urbano en blanco y negro ('Mínimas de aguanieve' y 'El regreso'); un rebaño de ovejas ocupa la Puerta del Sol madrileña como reivindicando para sí la Cañada Real a su paso por ese 'Kilómetro 0' que da título a la obra; un ciervo pasea ante una zona en construcción plagada de grúas ('Alborada')… El ciervo es también el motivo central de dos grandes formatos realizados para la muestra: el que recibe al visitante al entrar en la primera sala, 'Aura invisible', y frente a él 'INRI-Igne Natura Renovatur Integra', este de ocho metros de ancho y casi tres de alto. Ambos parecen interpelar al espectador, el segundo internado en un bosque, delante de un cartel en el que aparecen cartuchos de escopeta.
El mismo animal aparece en la obra que da nombre y argumento a la muestra: «'El bramido de la Tierra' surge a partir de una acción humana que realicé interviniendo una paca de trigo en un campo segado -un paisaje transformado-, sobre ella pinté un ciervo bramando, situado dentro de una señal de tráfico. Esta instalación/acción la concebí invitando a cuestionar nuestra relación con lo natural; lo urbano es una representación de la transformación de nuestro entorno». Esa señal de tráfico triangular, que indica peligro, «es un recordatorio de que, a pesar de la intervención del hombre, la naturaleza sigue reclamando su espacio, su voz y su territorio». «Esta obra y el conjunto de la exposición plantea una llamada de atención ante el delicado equilibrio ecológico y las alteraciones climáticas», comenta su autor.
«En el proceso creativo busco sintonizar a través del arte con el alma del mundo y el pulso del planeta, la magia de la vida en su metamorfosis», añade; porque, como reza el lema extraído de la publicación de 2009 'Luis Moro. Paraísos elementales' que preside la página de inicio de su web, en su obra «los animales son un pretexto para hablar de otras cosas».
El espacio disponible en el museo dependiente de la Junta de Castilla y León ha condicionado el contenido de la exposición. Partiendo de aquellos pequeños dibujos-bocetos que realizó durante la pandemia, la «gran catedral del arte, de enormes dimensiones» que para él es el edificio leonés de Mansilla y Tuñón le pedía grandes formatos. Eso explica, entre otras cosas, la composición de 'Un árbol de otro mundo', un políptico de veintidós piezas que se adapta a la altura de la sala, o incluso ha implicado el cambio que convierte 'El bramido de la Tierra' en una pieza de dos caras, el ciervo en una y un árbol en la otra. Este se expone en una vitrina, «jugando también con el reflejo de la sala contigua del Museo; con la visión desde la calle y con las hojas de los árboles, que naturalmente se posan en el piso, lo que termina por crear un «juego de los cristales y el reflejo, en diálogo con el espacio, con la instalación de Studio Drift de la sala contigua y con el espectador que mira el Museo por la vitrina, desde el exterior».
El visitante se encontrará al entrar en la muestra con el óleo (280 por 460 centímetros) 'Tiempos modernos', con el que Luis Moro ha buscado generar «una sensación inmersiva» en el campo de girasoles del lienzo, para emprender luego «un recorrido por las ciudades vacías junto a animales que invaden el entorno urbano» y desembocar en los pequeños formatos expuestos en vitrinas «para conservar esa parte más íntima, a modo de cuaderno de bitácora». Ahí queda patente la importancia del dibujo en su trabajo: «Como dice Francisco Jarauta en 'Escritura suspendida', citando a Borges «...los chinos inventaron el dibujo para tapar los sueños...». Dibujo como en un ejercicio de reflexión. Plasmando el resultado de sensaciones y observaciones. Como la mirada a través del microscopio, el dibujo puede transformarse en una obra en sí misma, acabada, o en la proyección -boceto- de una obra pictórica, escultórica o instalativa».
El mensaje de 'El bramido de la Tierra' alcanza también a los materiales, con algunas obras realizadas sobre lino, «poniendo la mirada en la materialidad orgánica y primigenia de este textil, que se integra y fusiona con las paredes, reforzando la relación entre la obra, el espacio y la naturaleza». Moro también quiere decir otras cosas con la incorporación de bordados «como símbolo y signo de identidad ligado a los pueblos originarios, responsables del cuidado del 80% de la biodiversidad del planeta».
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