El arquitecto de la cúpula de la Vera Cruz ofrece a la Virgen «la zozobra los reproches y el sufrimiento» que causó la obra
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El mal tiempo que el viernes impidió la celebración en Valladolid de la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor y obligó a refugiarse en las iglesias, este sábado no ha dado tregua. No ha podido salir el Santo Entierro con el Cristo Yacente, de Gregorio Fernández, a hombros de los hermanos de la cofradía titular. En su lugar se ha realizado un acto en la Plaza de Santa Ana con esta talla y con la imagen de Nuestra Señora de la Soledad del Cristo Yacente, una de las novedades de la Semana Santa de 2025.
Tampoco ha abandonado su templo Nuestra Señora de la Vera Cruz, que iba a ser trasladada hasta la Catedral vallisoletana para celebrar allí el 'Ofrecimiento de los Dolores '. Al no poder llegar a la Seo, la cofradía ha decidido que el acto se celebrase en su penitencial, donde el arquitecto Fernando de Bonrostro ha sido el encargado de realizar una plática que ha centrado en el acontecimiento que ha marcado el último año, tanto de la propia Cofradía de la Vera Cruz como de la ciudad, y que no es otro que el colapso de la cúpula y la linterna de la penitencial el pasado 25 de junio.
Y es que De Bonrostro era el responsable de la obra cuando se produjo el hundimiento y lo fue también de su reconstrucción en un tiempo récord, lo que permitió que el templo se volviese a abrir el 16 de marzo. Así que este arquitecto vallisoletano ha recordado «el susto, la zozobra y, a veces, la indignación, porque la ignorancia es atrevida», así como «los sinsabores y las preocupaciones de los primeros días» e, incluso, «los reproches, a título casi personal, sin tener motivo».
También se ha referido a «la labor realizada en los despachos, a contracorriente algunas veces, para conseguir las garantías económicas y técnicas que más de un problema, llegando también a lo personal, han presentado». Porque Bonrostro ha expresado el sufrimiento que para su propia familia y también para los trabajadores de la empresa supuso la reconstrucción de la cúpula del templo. «Hay que destacar el sacrificio del trabajo que, durante meses, han desarrollado incansables, buena parte de los operarios, superando las dificultades materiales que se iban presentando. En especial, el maestro de obras», ha apuntado.
En esta línea, ha destacado cómo «algunos actores de esta obra se mantuvieron al frente a pesar de sus problemas físicos o familiares y hay quien ha estado a punto de perder su trabajo por las circunstancias». También ha aludido a los problemas económicos que tuvo la reconstrucción, de forma que «alguien arriesgó su patrimonio para mantener viva la obra una condición necesaria para llegar a tiempo» a la Semana Santa.
En este punto, ha agradecido «la respuesta de ayuda unánime de esta ciudad» y ha aprovechado para dar las gracias a la Madre de que «no pasara nada, ni años antes ni un minuto después» tras el colapso de la cúpula. Por último, ha recordado que aquel día «abierta la herida del techo, la luz del sol, como la del Panteón de Roma, caía sobre el suelo. Y allí, encima, en el camarín, estaba esta imagen coronada de la Madre de los dolores, mirando al cielo, con los brazos abiertos. Auténtica plegaria en madera. Y no hubo nada, ni un rasguño, en las tallas».
Fernando de Bonrostro no se ha olvidado de recordar, al comienzo de su alocución, los 54 conflictos y guerras existentes en la actualidad, a los enfermos y a los que sufren situaciones difíciles pero, sobre todo, a las personas mayores, «cada vez más numerosos y más apartados», por lo que reconoció expresamente el trabajo que realizan tanto las familias como los profesionales.
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