Desde la raya
Con vosotras
La calle es nuestra y siento que nos la están robando con leyes y decretos que desprotegen a las víctimas y reducen las condenas a violadores y abusadores
Pólvora ajena
La sonrisa de María

He pasado el 8M trabajando, conciliando laboralmente mi ordenador sobre la encimera de la cocina con un asado en el horno y un guiso en la cazuela. Celebrando que tengo la suerte de trabajar.
No he salido a las calles; hace años que no lo ... hago, aunque nunca deja de ondear la bandera morada de las mujeres en mi tejado. No lo hago desde que el feminismo desquiciado de Irene Montero y su tropa dinamitasen las bases del feminismo en el que creo con políticas del absurdo que han alejado de sus postulados a miles de mujeres que hemos vivido y sobrevivido antes y después de ella. Esa tropa de mujeres, mujeras, señoros y demás que se creen con la autoridad y superioridad moral de escribirnos al dictado cómo ser mujeres, cómo vivir, cómo pensar, despreciando a toda la que no pase por el aro, pero regalando la condición de mujer a todo el que pase por el Registro. Tropa que con la misma boca con la que lanzaban sus proclamas callaban y tapaban a pulpos y babosos en sus propias filas, hijos de Saturno devorados por su propia criatura en una especie de poética y repulsiva justicia.
La calle es nuestra y siento que nos la están robando con leyes y decretos que desprotegen a las víctimas y reducen las condenas a violadores y abusadores. Con sesiones judiciales convertidas en un circo mediático que menoscaban la tragedia, el terror, el drama de las mujeres auténticamente abusadas, maltratadas, humilladas, saturando el sistema judicial y posponiendo causas de mayor importancia. Por un beso de la flaca.
La voz, la palabra, es nuestra. Se ha recorrido mucho camino con valentía y sacrificio y doy las gracias a las mujeres luminosas que nos han precedido y a los hombres que las apoyaron en tiempos difíciles.
Ser mujer no es militar en un feminismo que ha olvidado el alma, que no entiende que la igualdad se construye codo con codo. Prefiero caminar de la mano del hombre bueno y luchar con ellos contra los que levantan la mano contra sus mujeres; contra los violadores y matones que campan a sus anchas, que siguen asesinando a mujeres que se ven solas en un sistema aún incapaz de protegerlas. Hay aún muchas víctimas, demasiadas; muchas mujeres que necesitan ayuda y justicia, protección y leyes que de verdad las alivien de sus infiernos sin necesidad de levantar muros de odio.
A la vallisoletana Ana Redondo le corresponde volver a la cordura, retomar ese feminismo que no destruye, que edifica desde la razón. La libertad, la igualdad, se conquistan con la lealtad entre quienes queremos un mundo mejor sin bajar los brazos y son muchos los hombres que nos acompañan y condenan a quienes nos niegan la alegría, la dignidad, este orgullo de ser mujeres. Con ellos y con vosotras, mujeres del mundo, celebro cada día de mi vida.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete