Desde la raya
Puerta del firmamento
Tus cielos tan limpios, sin contaminación para observar los astros, el sol que se apagará un momento, apenas un eclipse
Siete tránsfugas
Veintiún gramos
Zamora
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Iniciar sesiónNo tengo dinero para comprarte un pabellón en las ferias, un escaparate al mundo. Tengo polvo, arena en los bolsillos; pero también palabras para abrir esta ventana y dejar que se oreen tus estancias, que son las mías.
La palabra para contar cómo vuelan los ... pájaros en tus cielos azul y pureza, mirador al universo y a las estrellas, puerta del firmamento, puestas de sol y eclipses. La palabra para describir el dorado de tus sillares al anochecer, el sueño de las palomas, los versículos escritos en tu piedra románica, sus portadas labradas, las volutas de los capiteles; los canecillos que sostienen sus estructuras y tejadillos medievales, los canalones que recogen las lluvias de los últimos días y las escupen con furia para que mojen la tierra. Palabras para decirte que eres hermosa, que no necesitas otros ornamentos que los que la naturaleza y los siglos te han dado. Que el Hombre cumple Edades en tus templos porque son otra puerta al firmamento de quienes creen en Dios.
Palabras para sentir tu latido bajo mis pies cuando te paseo, para saber que duelen las noches de invierno con las calles desiertas ignorando quizá que en este mundo de ruidos el silencio es el gran capital de quienes quieren vivir sin prisas, en paz, hacia adentro. En los folletos no saldrá que mi barrio, tus barrios, son como pequeños pueblos donde todavía existe espacio para el abrazo; que da gusto ver la melena roja de Carmen al aire en su bicicleta de adolescente por las mañanas; que el ateneo de tus pueblos sigue siendo el poyete o que en Ribadelago, en la Sanabria que más quiero, Paca aprende a sobrevivir a dos de sus hijos junto a las hortensias que pintan de malvas, violetas y rosas los veranos. Que aunque las aguas de los ríos arrastren las cenizas de los incendios del verano, el verde se abrirá paso de nuevo en las cumbres de la sierra donde dentro de nada se posará la nieve sin pedir permiso y Puebla se ilumina en la noche.
Que aquí el que no se ha ido no es un fracasado, sino un privilegiado porque pudo quedarse, como también es privilegiado el que regresa y siente tus invisibles brazos acunando su infancia, vacaciones y navidades, la casa familiar, la comida con amor, el pan que aún perfuma las madrugadas en los hornos.
El románico, los días de la Pasión, el vino de las cepas antiguas; el pastoreo, tu queso. Poco más necesitas. Te han presentado en Intur como Puerta del Firmamento. Zamora. Tus cielos tan limpios, sin contaminación -aquí no llegaron las fábricas- para observar los astros, el sol que se apagará un momento, apenas un eclipse. Pero una cosa ya sabíamos: que aquí, en este silencio compartido, amasado, está la verdadera puerta del cielo.
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