Desde la Raya
Matar por segunda vez
El aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco llama a la memoria de un país que nunca debe olvidar
Al rojo vivo
Gracias, Óscar
Zamora
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Iniciar sesiónHan pasado 28 años desde aquel 13 de julio, el final de la inhumana cuenta atrás a la que las malas bestias de ETA sometieron al país entero. Aquel día en que el miedo cambió de bando y la calle ganó a ETA.
Han pasado ... 28 años desde aquel julio de manos blancas, manifestaciones y vigilias; cuando todas las cadenas de televisión cesaron sus emisiones y lucieron un lazo azul por la libertad del joven concejal de Ermua que cuarenta minutos después aparecía con un hálito de vida. Asesinado por la escoria, los cobardes de ETA, con un par de tiros en la nuca. A la España de bien, a quienes seguían la macabra cuenta atrás desde todo el mundo, se nos detuvo el pulso. Aquellas lágrimas.
El aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco llama a la memoria de un país que nunca debe olvidar.
El recuerdo de ese joven secuestrado, torturado y asesinado por ETA, es un imperativo moral, una llamada a la justicia, de honor a la víctima. Los cómplices que sostuvieron a los pistoleros con el silencio y ahora con el olvido, que siguen sin condenar el asesinato de Miguel Ángel Blanco y de las más de 800 víctimas de ETA, se sientan en las instituciones, negocian, toman decisiones.
Hay quien piensa que olvidar es pasar página, pero no; olvidar es la peor de las traiciones. Nunca debe dejar de doler. Olvidar es matar a Miguel Ángel en 2025; un triple asesinato del recuerdo, la dignidad y la decencia.
Muchos jóvenes no lo conocen. Su nombre ha sido borrado mientras se blanquea a los pistoleros y sus cómplices. Pero Miguel Ángel Blanco no es sólo un nombre en la historia de España; es el precio que pagamos por ser libres; también el símbolo de la barbarie más cruel, el terror, la intolerancia llevada al límite. Asesinado por ser un representante democrático, por oponerse a la violencia, por no ceder a los chantajes.
Ahora, 28 años después, le descerrajan un tercer tiro quienes siguen sin condenar su asesinato y la barbarie de ETA. Los que callan y extienden con su silencio cómplice el cáncer del olvido.
No se trata de mirar al pasado con rencor, sino de entender que el olvido, en su dimensión más perversa, es darle alas a los asesinos, que reciben homenajes a cara descubierta como si no nos hubiesen matado un poco a todos.
La indiferencia, la dejadez, el paso del tiempo, el olvido, es apretar el gatillo de nuevo, permitir que la violencia se cuele entre las sombras de esta sociedad que no ha terminado de sanar, echar sal en sus heridas.
Miguel Ángel Blanco merece ser recordado, no sólo como víctima de ETA, sino de los que mantienen la boca cerrada. La memoria no se negocia; el olvido es otra forma de matar.
Escribamos en su nombre, honremos su vida y la de todas las víctimas de la barbarie etarra. Eterno Miguel Ángel.
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