desde la raya
Jamelgos a dos ruedas
Hablo de macarras que se creen que la calle y las aceras son suyas; que se montan (en patinete) en pareja e incluso en trío sin luces, sin miedo, sin ley
Matar por segunda vez
Al rojo vivo
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Iniciar sesiónHace unos meses un jamelgo en patinete se llevó por delante a mi amigo Luis Pablos, viejo compañero en andanzas periodísticas en una de las zonas más concurridas. Y digo jamelgo porque se lo llevó por delante, le fracturó el hombro, la clavícula y el ... codo y ni siquiera se paró a ver qué le había pasado. Una operación, varios días ingresado y el miedo a que se repita el accidente fueron el saldo del atropello. Y digo jamelgo porque, como tantos otros, probablemente no cumpliese ni los mínimos minimísimos que exige la ley. Atropello, fuga y omisión de socorro, se llama. Y está penado, aunque no hubo pena.
Atropellos, fugas y omisiones de socorro que se repiten un día sí y otro también con parecidos resultados no sólo en Zamora, sino por toda España, sin pena, sin sanciones, mientras los patinetes siguen campando a sus anchas por carreteras, rotondas, aceras y calles peatonales, donde se supone que no deberían posar ni un centímetro de sus ruedas.
No hablo, no, de ese sector de trabajadores que lo utilizan como método de transporte barato y no contaminante con todos sus sacramentos; no hablo tampoco de aquellos jóvenes y no tan jóvenes que utilizan el patín debidamente señalizado con sus luces y debidamente identificados con su chaleco reflectante obligatorio y protegidos con su casco, también obligatorio, aunque sea una minoría quienes los llevan.
Hablo de los jamelgos y macarras que se creen que la calle y las aceras son suyas; que se montan en pareja e incluso en trío sin luces, sin miedo, sin ley, y te miran desafiantes cuando haces encaje de bolillos para no llevártelos por delante con el coche o para que no haya más accidentes y heridos. Hablo de los que llevan sudadera y capulla y aparecen en la noche de sorpresa en tu carril. Y no son casos aislados. Al contrario; son legión, son plaga, y aunque la Policía Municipal se afana en localizarlos y multarlos, no parece que las medidas existentes sirvan para regular el buen uso del patín.
Gracias, Óscar
Ana PedreroReconozco que cuando escribo columnas así no puedo dejar de sentirme como la abuela Cebolleta o medio del Pleistoceno por no hacer panda y pandilla con todos estos malos conductores y malos ciudadanos. Pero yo también tuve su edad y no me fui llevando a nadie por delante ni dejando heridas a personas ni poniendo en peligro a los viandantes como si las aceras fuesen de mi propiedad. Y eso, educación, sensibilidad y sentido común -además de un examen o licencia igual que el que se requiere para el manejo de motocicletas- es lo que le falta a los jamelgos como el jamelgo que atropelló a mi amigo Luis y lo mandó del tirón al hospital, no en patinete, sino en ambulancia.
Jamelgos a dos ruedas cuya legislación debería ser revisada para la auténtica humanización de una ciudad.
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