Ana Martínez, madre de adopción: «La espera es larga, pero es algo que merece mucho la pena»
Junto a su marido, ha tardado nueve años en culminar el proceso de acogida
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Fue hace tan solo tres meses cuando la vida de Ana y su marido cambió por completo. Habían transcurrido casi nueve años desde que presentaron su ofrecimiento para adoptar –principalmente a menores de 5 años, y abierto a que fueran también grupos de hermanos–, ... a la Junta de Castilla y León. «Al principio piensas mucho en ello, pero después intentas no hacerlo porque la vida sigue», indica. Y así llegaron a 2022 cuando recibieron la llamada para hacer las pruebas de idoneidad. Unos 'exámenes' en los que se valora en profundidad y de diferentes maneras las condiciones de la familia desde varios puntos de vista (económico, social, psicológico, de capacidad y voluntad...) para asegurarse de que son la mejor opción para ese menor al que se pretende dar una garantía de bienestar y estabilidad. Y fue el pasado mes de marzo cuando por fin a Ana le comunicaron que había ya posibilidad de adopción.
Con una sensación de «vértigo» al principio, porque su situación había cambiado «un poco», dijeron sí. «Hay que tener paciencia porque la espera ha sido larga, pero compensa. Merece la pena», subraya. En la actualidad la media para la llegada a un nuevo hogar de un menor de 36 meses sin especiales problemas de discapacidad o de salud es de ocho años y medio.
La adaptación en este periodo previo a la declaración oficial –es un juez el que confirma la adopción tras una etapa denominada de guarda– ha cumplido las expectativas. «Estamos muy contentos. Ha ido muy bien», asegura convencida que en estos casos la relación y el cariño es «el mismo» que si se tratase de un hijo biológico. Algo que sí mejoraría, dice, es el contacto con la administración pública para que sea mayor a lo largo del proceso, tal y como plantea ahora la Junta en las nuevas medidas.
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Existe para asesorar también a los interesados y quienes ya son adoptantes una asociación en Castilla y León, que para Ana ha sido un «apoyo grande y general». Su presidente, Javier Álvarez-Ossorio, se muestra partidario de que se aumenten los recursos psicológicos y de otro tipo para garantizar un respaldo en el proceso completo y no solo del inicio. Asegura que existe ahora un «cambio de paradigma» en el que apuestan por las adopciones abiertas, donde no se pierda el vínculo con el origen, y por que los ofrecimientos de adopción y acogida no sean del todo independientes para buscar lo mejor para quienes necesitan una familia, bien sea temporal o definitiva.
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