Amancio Prada, una trayectoria bendecida por el 'Cantico espiritual'
«Es la obra que más alegrías me ha dado en la vida», dice Prada sobre su versión de los versos de San Juan de la Cruz, que María Zambrano calificó de «milagro»
Amancio Prada: «Cuando canto dejo de ser quien soy para ser lo que más soy»
C. MONJE
«Aquel atardecer en Ginebra, María (Zambrano), mirándome fijamente y tras un silencio habitado tras escuchar el Cántico Espiritual en la versión de Amancio Prada, exclamó: «Mira… es un milagro»». Se lo contó al propio Prada, primero en persona y después por escrito, ... el profesor de Literatura en la universidad de la ciudad suiza Joaquín Verdú de Gregorio, discípulo, amigo y estudioso de la autora malagueña. «Música y voz no aparecen, pues, añadidas, sino extraídas del poema mismo. Nupcias de palabra y musicalidad», escribió en 1982 la pensadora sobre este trabajo.
Después, el músico acudió a la casa madrileña de la filósofa para interpretar ante ella y un grupo de amigos los poemas de San Juan de la Cruz. Se repitió aquel mismo silencio para plantear después la pregunta de qué podría cantar después de esos versos. «Le estoy dando vueltas, buscando un poemario, una obra de largo aliento, como es el 'Cántico', pero no lo encuentro. «Lo encontrarás», dijo ella, «porque veo sobre ti una paloma, o tal vez sean dos»», recuerda de aquella conversación el cantor berciano.
«A los quince días descubrí en el suplemento de ABC una edición de los 'Sonetos del amor oscuro' de Lorca, no lo relacioné, simplemente me fascinaron. Cuando fui a estrenarlos en el María Guerrero, dirigidos por Lluís Pasqual (1986), pensé que podía ser una de las palomas. Muchos años después, caí en la cuenta de que el primer soneto se titula 'Soneto gongorino en que el poeta manda a su amor una paloma'», rememora Amancio Prada. Hoy sospecha que la segunda paloma del vaticinio de Zambrano podría ser 'Coplas a la muerte de su padre', de Jorge Manrique, o tal vez 'Emboscados', con letra y música propias. De lo que no le cabe ninguna duda es de lo que significó para él el encuentro con una María Zambrano fascinada por aquellos versos cantados: «Es uno de los mejores regalos que me ha hecho la vida». Ni de lo que sigue significando el propio 'Cántico' para él: «Es la obra que más alegrías me ha dado en la vida».
La trayectoria de Amancio Prada no puede entenderse sin esos poemas, que conoció en París a comienzos de los setenta gracias a un compañero de pupitre en la Sorbona y vecino de habitación, Silicio Félix Pardo, que había sido cura en La Seca y le regaló el libro 'Vida y obra de San Juan de la Cruz'. A la capital francesa había llegado en 1970, con una guitarra que había comprado en Valladolid con las 10.000 pesetas que acompañaban al premio de la Galleta de Oro en el concurso que se celebraba en la localidad palentina de Alar del Rey.
Estrenó una versión inicial de la primera parte del 'Cántico' en abril de 1973, en un programa de Radio France. Por entonces, Amancio Prada ya había tenido su presentación francesa junto a Georges Brassens en el Theâthre Bobino (1972) y después publicaría allí su álbum de debut, 'Vida e morte'. «Cuando mis compañeros de la canción protesta me preguntaban qué estaba haciendo y les respondía que estaba poniendo música al 'Cántico', daban dos pasos o tres hacia atrás, asustados, diciendo que me había vuelto loco». Lo terminó (aunque, matiza al instante, esa obra «no se acaba nunca», como demuestran otras versiones e innumerables conciertos), ya de vuelta a España, en su etapa segoviana. Fue en la iglesia de San Juan de los Caballeros el Sábado Santo de 1977, aquel Sábado Rojo en que se legalizó el Partido Comunista, con Agapito Marazuela entre el público.
Antes ya se había cruzado en su camino Rosalía de Castro, a quien dedicó su segundo trabajo discográfico en 1975 y a la que, como a San Juan de la Cruz, ha vuelto una y otra vez. Y entre ambos llegarían otros muchos autores clásicos y contemporáneos, desde Agustín García Calvo a Teresa de Jesús. «Contemporáneo es todo lo que canto, también los primeros trovadores galaicoportugueses, como contemporáneo es un capitel románico, un pináculo gótico o un rascacielos», sentencia.
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