EDUCACIÓN
Almudena Sevilla: «La desigualdad de género ralentiza el crecimiento económico»
La economista y catedrática en Londres, exalumna de la Universidad de Valladolid, ha sido recientemente nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico por su investigación del papel de la mujer en las finanzas
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Licenciada en Económicas por la Universidad de Valladolid y catedrática de la London School of Economics and Political Science (LSE), Almudena Sevilla, ha conseguido llegar a lo más alto en el Reino Unido, país en el que ahora reside. Y es que recientemente le ... han nombrado Comandante de la Orden del Imperio Británico por la relevancia de sus investigaciones sobre el papel de la mujer en la economía. Es una de las más elevadas distinciones de Gran Bretaña -otros investigadores como Stephen Hawking también la han recibido- que le entregará en persona el monarca Carlos III en el Palacio de Buckingham y que fue una «gran sorpresa y un honor inmenso». «Me llena de orgullo y de responsabilidad», considera en una entrevista con ABC. Espera, además, que este reconocimiento «inspire a más mujeres a seguir carreras en economía y mantenga el tema de la igualdad de oportunidades en el debate político y académico».
Ha sido precisamente la disciplina por la que apostó y a la que ha dedicado su vida y trayectoria la que le ha llevado a conseguir este importante logro, pese a que inicialmente tuvo sus dudas. «La verdad es que no tenía claro qué quería estudiar al terminar el COU -Bachillerato de ahora- y elegí Administración y Dirección de Empresas (ADE) porque parecía una carrera con muchas salidas». «Fue en primero de carrera cuando descubrí la microeconomía y me enamoré» por la capacidad de esta ciencia «para analizar el mundo a través de modelos matemáticos que luego se pueden testear con los datos y dan lugar a soluciones reales», explica. Fue ahí cuando supo que quería dedicarse «a investigar cómo las decisiones económicas afectan a la sociedad y cómo podemos diseñar mejores políticas públicas».
Recuerdos «entrañables»
De esa primera etapa como estudiante en la Universidad de Valladolid recuerda que «fueron años muy especiales, llenos de recuerdos entrañables». Entre ellos, los de «clases abarrotadas, el aulario en la época de exámenes hasta la madrugada, las fiestas multitudinarias, los cafés en el bar de Sera...». Pero también fue una etapa en la que forjó «grandes amistades» que conserva hasta hoy y donde conoció a quien es su marido.
En esos años adquirió «una base sólida» que después le permitió «desarrollar el pensamiento analítico». Además, fue la institución vallisoletana la que le «dio las herramientas técnicas» que luego le ayudarían en su doctorado en EEUU. «Recuerdo con especial cariño a algunos profesores que me transmitieron el entusiasmo por la disciplina y me ayudaron a ver la economía no solo como una ciencia técnica, sino como una herramienta para mejorar la sociedad».
Desde entonces a eso ha dedicado sus investigaciones y, más concretamente, a «la desigualdad de género y su impacto en el progreso económico». «Me enfoco en demostrar cómo medidas basadas en evidencia, como fomentar la igualdad o promover la conciliación laboral, pueden contribuir al bienestar y al crecimiento social», defiende. A su juicio, en España, «un factor clave» que ha permitido avanzar en este tipo de indagaciones «es el acceso creciente a datos administrativos», que nos ayudan a analizar «los problemas con mayor profundidad». «Este enfoque contrasta con planteamientos más simplistas, que carecen de respaldo empírico y, en muchos casos, terminan perjudicando tanto el desarrollo económico como la igualdad social», considera.
A lo largo de su trayectoria, Sevilla busca demostrar que «la desigualdad de género no solo es injusta, sino que también ralentiza el crecimiento económico porque no estamos aprovechando al máximo todo nuestro talento». Y en ese sentido, opina que en España se ha avanzado «mucho en las últimas décadas». Lo argumenta con datos: «La participación de las mujeres en el mercado de trabajo ha pasado de estar en un 25 por ciento en los primeros años de la década de los 70 a casi un 55 por ciento, apenas 10 puntos por debajo de la de los hombres, y desde el año 2003, la proporción de mujeres con una titulación universitaria supera a la de los varones».Sin embargo, a pesar de los pasos hacia delante cree que «persisten desigualdades importantes».
«Las mujeres se concentran mayoritariamente en áreas de estudio asociadas a empleos con menor remuneración» y vuelve a tirar de datos -esta vez del Sistema Integrado de Información Universitaria-. «Solo el 15 por ciento de los estudiantes de informática y menos del 30 por ciento de los de ingeniería son mujeres», relata, y, en contraste, las féminas representan «el 80 por ciento del alumnado en psicología, una carrera vinculada a empleos con salarios más bajos». «Desde edades tempranas los estereotipos de género y las expectativas sociales influyen en la percepción de habilidades y vocaciones, limitando las opciones de las niñas», manifiesta y añade que «esto genera un desperdicio de talento, y perpetúa la segregación ocupacional y las desigualdades salariales».RolesPara cambiar esto, Sevilla apuesta por medidas que permitan «tomar decisiones individuales desde pequeños sin que estén condicionadas por el género». «Si logramos que más mujeres puedan llegar a puestos importantes sin tener que renunciar a su vida personal, y normalizar que más hombres puedan asumir roles de cuidado en el hogar, tanto la sociedad como la economía saldrían ganando», expone.
Y en esa batalla «la conciliación es fundamental». «Las políticas tradicionales de flexibilidad, incluyendo el teletrabajo, pueden ser contraproducentes», defiende, porque estas «medidas suelen percibirse como un coste adicional para las empresas y ya empieza a haber trabajos que demuestran que trabajar desde casa penaliza económicamente a quienes lo hacen». «Dado que son adoptadas mayoritariamente por mujeres, refuerzan los estereotipos de género y contribuyen a mantener las desigualdades laborales», manifiesta.
«En última instancia, el paso esencial de política económica es cambiar la percepción cultural de los roles de género en el hogar, fomentando una mayor participación de los hombres en el cuidado de los hijos y las tareas domésticas», advierte, reconociendo que España ha dado «un gran paso al convertirse en el primer país del mundo en establecer permisos parentales equitativos».Sobre la presencia de mujeres en los puestos de liderazgo, asegura que también el país camina hacia delante. «pero el progreso es lento». «En el mundo académico y particularmente en mi disciplina de la ciencia económica (...) las mujeres catedráticas seguimos siendo minoría a pesar de que nos venimos doctorando en la misma proporción que los hombres desde hace tiempo. Es difícil justificar por tanto que la falta de mujeres catedráticas sea una cuestión de tiempo», insiste. «Para maximizar el crecimiento economico es necesario eliminar estereotipos de género desde la infancia, y reducir las barreras que frenan el talento femenino en el mundo laboral», insiste y asgura que «solo así se podrá aprovechar todo el potencial disponible y fomentar un desarrollo económico sostenible e inclusivo».
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