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Quitarse las gafas

El excesivo cuidado de la telegenia y el marketing electoral ha derivado en la búsqueda de un candidato ideal

Auge del provincialismo

Corona sí, pero de espinas

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Alejandro Julián García Nistal

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En la cultura anglosajona que se ha impuesto durante buena parte del siglo pasado, el político, hombre público por excelencia, debía de presentar ante la sociedad una edad mediana, equilibrada en todos los sentidos y con una familia detrás complementando el líder de opinión pública ... que fuese agradable al electorado. Sin embargo, el excesivo cuidado de la telegenia y el marketing electoral ha derivado en la búsqueda de un candidato ideal, el hombre o la mujer tipo, que presente una serie de cualidades personales y que configuren en cartel electoral excepcional. ¿Se han parado ustedes a pensar cómo toman el poder presidencial y cómo resultan al salir de su etapa pública? Hay casos paradigmáticos recientes. Obama, por poner un caso, o el propio Pedro Sánchez, sobre el que se ciernen multitud de comentarios y estudios ante su aspecto de joven de gran atracción que ha sido sometido a un paso de vicisitudes dando como resultado a un hombre maduro, de delgadez extrema y gesto bastante marcado por deteriorado. Sin duda, el poder engancha, pero también pasa factura.

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