El legado de la duquesa

Dentro de su extenso listado de bienes, la provincia de Salamanca es desde tiempos del gran duque de Alba uno de los feudos de la casa ducal, y uno de los puntos de la geografía española en los que más posesiones se concentran. Palacios, castillos y fincas integran la herencia salmantina, entre la que destaca una de las joyas de su patrimonio, el Palacio de Monterrey, ubicado a escasos metros de la Plaza Mayor. Alonso de Acevedo y Zúñiga, III conde de Monterrey, y su esposa María Pimentel ordenaron la construcción en la capital de un palacio que se convirtió en uno de los edificios más significativo del plateresco. En la actualidad, es utilizado como residencia esporádica de la Duquesa de Alba y de sus hijos en sus variadas escapadas a la capital y la provincia charra.

En la villa de Alba de Tormes, donde reposan los restos de Santa Teresa, Cayetana posee el antiguo castillo que data de los tiempos de Fernando II y que fue convertido en Palacio por el primer Duque de Alba, del que en la actualidad sólo se conserva la Torre del Homenaje, que fue decida en 1991 al Ayuntamiento albense para su explotación y uso turístico.

El primer marido de la duquesa, Luis Martínez de Irujo, en 1960 en una visita a la villa descubrió las famosas pinturas que adornan la torre al raspar con un dedo el encalado de la pared. Especialistas del Museo del Prado recuperaron los frescos renacentistas de Passin, que retratan la batalla de Mülhberg, y que, probablemente, fueron cubiertos para evitar el saqueo de los franceses. La duquesa posee otro castillo en una de sus fincas, concretamente en «El Tejado». Se trata de una edificación que fue rehabilitada y acondicionada y a la que es asiduo el duque de Aliaga, hijo de Cayetana de Alba. Precisamente «El Tejado» es una de las seis dehesas que conserva la Casa Ducal en la provincia salmantina, con una superficie que ronda las 10.000 hectáreas repartidas en varios municipios. A ella, se sumaba la finca «Rodillo», cercana a la capital y que fue vendida en 2008 a través de la sociedad Agralsa, que gestiona estas explotaciones agrícolas y ganaderas.

La herencia incluye las dehesas de «Castillejo», en La Maya; «Gallegos de Crespes», en Larrodrigo; y «Gómez Velasco», en Pedraza de Alba, todas ellas en la comarca de la villa ducal. Precisamente, de esta última sale parte de la matanza que consume la Casa de Alba, ya que los responsables de esta explotación son los encargados de sacrificar cada año un número de cerdos de bellota.