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Embalses y campos con sed de lluvias

El mapa de Castilla y León está «seco» después de que en diciembre y enero sólo se registraran entre un 10 y un 20% de las precipitaciones habituales

Embalses y campos con sed de lluvias

ISABEL JIMENO

El refranero parece que tampoco acompaña al optimismo en este 2012 que se augura más que complicado desde el punto de vista económico y laboral. La meteorología se resiste a cumplir con la estadística y si hay que atenerse a eso de «año de nieves, año de bienes», por el momento, el ejercicio no parece que vaya a ser muy bueno. Las precipitaciones en forma de nieve apenas han dejado unas manchas blancas sobre los más de 87.000 kilómetros cuadrados de Castilla y León y únicamente en las cumbres han caído los primeros copos de la temporada. Pero tan escasos —unos tres o cuatro litros, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)— que obligaron esta semana a las estaciones invernales a cerrar sus pistas ante la falta de superficie por la que poder deslizarse sobre los esquís y el alto coste de mantenerse abiertas con innovación artificial.

En lo que va de invierno y otoño, el único manto blanco que ha cubierto los campos de Castilla y León es el de las persistentes heladas y alguna cencellada, que sí han hecho acto de presencia, y con fuerza.

Pero más allá del refranero, lo cierto es que la ausencia de precipitaciones, no sólo en forma sólida, sino también de lluvia, comienza a ser ya preocupante y no únicamente un recurrente tema de conversación en este invierno de extremos. Las nubes no llegan y, si lo hacen, apenas descargan su cada vez más anhelado contenido. Prácticamente, ni gota ni gota es lo que ha caído del cielo en esta estación en la que ha sido difícil pisar los charcos y que se une a un año previo caracterizado también por los pluviómetros acumulando más polvo que agua. De hecho, en este arranque de enero «no ha llovido prácticamente nada» en el conjunto de la Comunidad y sólo en el norte se han registrado unas gotas contadas.

Y esto se une a un diciembre «muy seco» en el que las precipitaciones sólo superaron los 20 litros por metro cuadrado en el tercio norte y en la ladera sur del Sistema Central. Únicamente en las estaciones meteorológicas de Burgos y Ponferrada se rebasó esa cifra, aunque no llegó a suponer ni un tercio de lo normal en esa época. Hay casos más llamativos, como el de Valladolid y Zamora, donde en las capitales se recogieron cuatro litros de agua cuando lo normal son unos 50, es decir, que no se alcanzó el diez por ciento de lo normal. Y la situación se repite en el resto, con menos de diez litros de lluvia acumulada, muy alejados de los como mínimo más de 40 propios de ese mes.

La prueba de que «prácticamente no ha llovido nada» es que en la mayoría de los lugares de medición desde diciembre se ha recogido entre el 10 y 20 por ciento de lo considera normal, y sólo en Burgos se ha rozado el 25 por ciento. Para encontrar la única alegría para unas tierras demasiado áridas y unos pantanos que entonces ya tenían «sed» llegó en noviembre, un mes «muy húmedo» en la mayoría del país y que también regó con ganas Castilla y León. De hecho, en el sur de la Comunidad, en torno al Sistema Central en las provincias de Ávila y Segovia, las precipitaciones fueron muy abundantes y sólo en el este de la región y El Bierzo se quedaron por debajo de los valores normales.

Déficit arrastrado

Es el único mes —con días en los que en algunos puntos se recogieron más de cien litros por metro cuadrado— que ayudó a salvar un otoño —temporada de lluvias por excelencia— que comenzó con el septiembre más seco de los últimos cuarenta años y continuó con un octubre en el que, además de disfrutar de temperaturas más elevadas de lo habitual, las lluvias tampoco acabaron de llegar. Fiasco para los amantes de la micología al que ahora se añade el que sufren los apasionados del esquí.

Con estos datos, la Aemet pinta un mapa de Castilla y León «muy seco» o «moderadamente seco» en lo que va de año hidrológico (comienza el 1 de septiembre). Se sitúa entre el segundo y tercer escalón más secos de la escala pluviométrica de ocho peldaños. En algún punto concreto del oeste se puede calificar incluso como «extremadamente seco».

Pese al generoso noviembre en lluvias, en lo que va de año hidrológico, en la mayor parte de la Comunidad ha llovido entre un 50 y 75 por ciento de lo habitual, pero hay zonas en la parte más central en las que no llega a la mitad, y sólo en puntos concretos del norte de Burgos y del sur de Salamanca y Ávila se han alcanzado los valores habituales. Palencia y Soria son las más afectadas por la escasez de precipitaciones. Se han mojado un poco más de una cuarta parte lo que otras veces. Pero la anomalía en las lluvias no es nueva. Se extiende al último año. De hecho, los generosos chubascos de noviembre no lograron compensar el déficit pluviométrico arrastrado desde el verano.

Las aguas de marzo ayudaron a salvar una campaña que sobrevivió gracias a las reservas del generoso año hidrológico 2009-2010. Un simple vistazo por la mayoría de los pantanos de la Cuenca Hidrográfica del Duero pone de manifiesto que faltan lluvias. Acumulan 1.289,4 hectómetros de agua y eso significa que están sedientos, pues sólo tienen el vaso al 46,5 por ciento de su capacidad (2.771,1 hectómetros). Son 757,2 menos que hace un año por estas fechas, cuando tenían 2.046,6 hectómetros de líquido elemento almacenado (27,7 puntos más). Cierto es que el pasado fue un ejercicio rico en lluvias, pero también lo es que las cifras actuales suponen estar nueve puntos por debajo de la media de los últimos diez años.

Por provincias, Palencia, una de las zonas de la Comunidad más afectadas por la sequía desde septiembre, es donde los pantanos tienen niveles más bajos. Los del sistema Carrión (Camporredondo y Compuerto) están al 45,5 por ciento de su capacidad, con 45,1 hectómetros acumulados; pero es en los del Pisuerga (Requejada, Cervera y Aguilar), donde la bajada del nivel es más acusada. Sólo tiene 11,6 de los 65 hectómetros que pueden acumular, el 19,5 por ciento.

Por las bajas cifras también llama la atención el leonés de Villameca, al 17,5 por ciento de su capacidad de almacenamiento. El resto de los de esta provincia fluctúan entre el 34 y casi el 47. En Ávila, Burgos y Soria, las reservas se encuentran en torno a la mitad de la capacidad, y bajando semana a semana. Algo mejor están los salmantinos, casi llenos a las tres cuartas partes. Más repleto está el segoviano del Pontón Alto, que bebe directamente de la sierra de Guadarrama, una de las pocas zonas húmedas, y roza el 84 por ciento de sus 22 hectómetros disponibles. Su compañero de provincia, el de Linares del Arroyo, está peor y se queda a la mitad. Castilla y León no es la excepción. Los lugares húmedos en el mapa de España se cuentan con los dedos de la mano. 2011 se cerró con superávit de lluvias en Cataluña el sur de la Comunidad y pocos puntos más de un mapa en el que, en general, faltó bastante agua.

Abastecimiento garantizado

Aún así, desde la Confederación Hidrográfica del Duero aseguran que, por el momento, el abastecimiento de aquellos que se surten de aguas superficiales de la cuenca está garantizado. Además, no es época de riego lo que favorece que los pantanos no mengüen de forma más rápida sus reservas, ya que el campo es el gran consumidor. Se «bebe» cerca del 80%.

Pese a no ser época de irrigación artificial, las tierras ya demasiado polvorientas y secas necesitan agua. El cereal, que se está sembrando en estos momentos, puede ser el gran perjudicado, pues necesita humedad para que los campos comiencen a reverdecer. Pero no es el único cultivo en alerta, según las organizaciones agrarias, remolachas y maíz también están muy pendientes de que el oro líquido transparente caiga del cielo. La falta de lluvias también incide en la contaminación y afecta a la salud.

Por el momento toca estar pendiente de la evolución del tiempo. Aunque las previsiones apuntan a la llegada de un frente a partir de hoy que dejará las primeras lluvias más generalizadas del año sobre la Península, lo cierto es que no son como para echar las campanas al vuelo. Domingo y lunes «lloverá algo, pero no gran cosa», sobre todo por el oeste, avanzan desde la Aemet, aunque el martes está previsto un nuevo anticiclón.

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