50 años del rodaje de 'Las Petroleras': cuando Burgos era el 'lejano oeste'

El glamour de las actrices añadió al rodaje un morbo especial, que generó mucha expectación durante aquel verano de 1971 en la provincia burgalesa, donde se grabaron las escenas ferroviarias. El recuerdo de la desaparecida línea Santander-Mediterráneo aún continúa en la memoria de muchos que siguieron el rodaje en la estación de Salas de los Infantes, escenario que avivó este cómico western, junto con los tramos de vía de Castrillo de la Reina, Cabezón de la Sierra y Rabanera del Pinar.

Sin embargo, fueron los decorados de la comunidad madrileña los que dieron vida a esta coproducción entre Francia, Italia, Inglaterra y España. El metraje se realizó principalmente en la Dehesa de Navalvillar de Colmenar Viejo, un enclave del cine donde se construyó un rancho completo y una cabaña destinada a las secuencias en exteriores e interiores, que alternó con algunos planos del decorado de Daganzo.

El estreno de ‘Las Petroleras’ en 1972 resultó un éxito rotundo , con 1.608.946 espectadores en los cines españoles. Por este motivo, 50 años después, las asociaciones culturales Sad Hill y Colmenar Viejo Tierra de Cine, se visten de gala para revivir la mítica filmación. Las dos organizaciones, junto con la Burgos Film Commission , organizan una serie de actos en recuerdo del famoso rodaje. El próximo 4 de septiembre tendrá lugar una visita guiada por los parajes ferroviarios de Salas de los Infantes, seguido de la proyección de la película y coloquio posterior con Víctor Matellano y Diego Montero, de Sad Hill. El municipio burgalés también acogerá esta primera semana de septiembre una exposición fotográfica. ‘Madrid, Territorio Far West’, es otra de las muestras que recoge los planos originales de la película. Sin embargo, desde los colectivos, recomiendan visitar los paisajes naturales, «recorribles y visitables».

El paso del tiempo ha pasado factura en los ‘sets’, y «apenas queda nada», aclara Víctor Matellano, director de cine y escritor cinematográfico, quien explica que «se mantiene un trozo de vía en Salas de los Infantes y del rancho que se quemó, una chimenea de ladrillo». «Arqueología pura», sentencia, aunque sí se mantienen los entornos naturales «como el de la batalla de Espartaco».

La película fue fruto de muchas polémicas. La primera de ellas ligada al rodaje, ya que contó con un parón por desavenencias entre la productora y el director que acabó con el cambio de cineasta. Por su parte, Cardinale y Bardot eran polos opuestos. La actriz italiana era conocida por su carácter cercano y agradable, mientras que la francesa por su naturaleza introvertida y distante. El resultado final, entre risas y un toque erótico, también fue motivo de revuelo, ya que las dos estrellas protagonizaron secuencias de desnudos. En este sentido, Matellano recuerda la mentalidad «encorsetada» de la época que llevó a la producción al corte de ciertos planos, «por lo menos en la versión española».