Tatuajes, la Pasión a flor de piel

La llevan en el corazón, en las venas, y ahora también escrita, dibujada en el cuerpo. Es difícil que entre los tatuadores zamoranos haya uno solo que no haya hecho más de un tatuaje sobre motivos de Semana Santa. Una aguja acoplada a una máquina eléctrica que la hace vibrar más de 1.000 veces por minuto la graba en cualquier rincón del mapa humano.

La mayoría de usuarios son jóvenes de entre 18 ó 30 años y muchos son cargadores de los grupos escultóricos , devotos de las imágenes o cofrades de las hermandades que deciden imprimirse de forma indeleble a 1,5 milímetros por debajo de la piel, los motivos que aman, de los que se sienten orgullosos, para que formen no solo parte espiritual, sino también física de ellos.

La Virgen de la Soledad, la de mayor devoción entre los zamoranos ; el bello rostro del Nazareno de La Caída; el paso de La Elevación; el Merlú de Pedrero; el Barandales de Ricardo Flecha; el Nazareno de San Frontis; el rosetón románico de San Juan; la Catedral, el paso de La Urna, los anagramas de las distintas cofradías o motivos de las tallas de las mesas procesionales conforman sobre la piel un sentimiento, un símbolo de identidad.

«Lo más demandado -explica Dave Raven, autor de numerosas composiciones- suelen ser imágenes concretas, bien los rostros o las figuras, o el cliente me dice lo que quiere y yo intento dar un toque más artístico, personal y propio, un rollo más exclusivo para quien lo lleva. También a veces he hecho alguna cosa más minimalista, algún símbolo. Una vez hice un Merlú muy sencillo, muy lineal como una silueta. Pero sin duda lo que más te piden son imágenes o composiciones de pasos concretos. También una vez hice en una espalda una composición en tres partes: un paso (La Elevación), un escudo y cofrades, todo referido a la Cofradía de Jesús Nazareno».

El tiempo de realización de un tatuaje depende del diseño elegido y de su tamaño, pero el proceso es similar para todos: después de depilar (si es preciso) y desinfectar la zona corporal elegida, el tatuador o dermografista «calca» el dibujo o el diseño y a continuación traza el contorno en negro o en el color elegido. Finalizada esta fase, procede a realizar el sombreado (si el tatuaje es blanco y negro), el rellenado o el coloreado.

Los tatuajes de gran tamaño o de motivos complicados se suelen realizar en varias sesiones que precisan bastantes horas de trabajo en las que el cliente permanece inmóvil, a menudo en posturas incómodas. Por ello es aconsejable acudir a las sesiones ligeros de ropa y cómodos.

El proceso del tatuaje a veces es doloroso, pero cada persona tiene una percepción distinta del dolor o una sensibilidad distinta en la piel y no todas las zonas del cuerpo reaccionan igual.

Hay quien dice que la aguja es molesta y puede doler cuando lleva cierto tiempo sobre la piel; otros, que produce un dolor intenso; otros que apenas es perceptible y otros lo definen como un «escozor». No existe una escala de sensibilidad única.

Los profesionales del tatuaje aconsejan acudir a las sesiones relajados, no estar en ayunas para evitar mareos, ni beber alcohol (vasodilatadores) desde el día previo al tatuaje. También recomiendan comer un caramelo o algo dulce durante la sesión para evitar mareos aportando glucosa extra al cuerpo.

Todos, profesionales del tatuaje y usuarios, coinciden: merece la pena. La exposición es mínima para el tiempo en que la obra perdurará. Esos tatuajes únicos convierten a sus portadores en expositores vivos de la pasión por lo que sienten, defienden y aman.

Es la Pasión a flor de piel.