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La sabiduría de la huerta

Varios colegios de la región han puesto en marcha huertos escolares e, incluso, un gallinero como herramientas pedagógicas para aprender contenidos y aspectos del día a día

El gallinero instalado en el colegio público Miguel Hernández de Laguna de Duero (Valladolid) F. HERAS

A. FERRERAS/M. ANTOLÍN

De dónde vienen las verduras que están expuestas en el supermercado?, ¿por qué unos huevos son marrones y otros blancos? Son muchos los escolares que hoy en día no conocen lo suficiente las respuestas a estas preguntas, más aún en un tiempo en el que lo urbano parece imponerse a lo rural. En los pueblos las huertas y los gallineros son algo muy habitual y ahora estos elementos han pasado a estar presentes en algunos centros educativos de la región como herramientas pedagógicas que suponen «un aprendizaje continuo» para el alumnado tanto de contenidos como de esas cuestiones del día a día que también conviene que los más pequeños conozcan.

Hace tres años que el colegio público Miguel Hernández de Laguna de Duero (Valladolid) se embarcó en la aventura de poner en marcha un huerto, animado por el ayuntamiento de la localidad. Hoy todos los escolares -desde Infantil a 6º de Primaria- pasan por ese espacio y se encargan de las distintas labores, como retirar hierbas o regar. Es tiempo de siembra y en los bancales que cada curso tiene asignados ya pueden verse crecer lechugas, ajos, cebollas, berzas y fresas.

Decidieron dar un paso más en este curso. En una acción formativa, a sus profesores les aportaron la idea y con la cesión de la estructura por parte de una familia que ya había pasado por el colegio instalaron un gallinero junto al «Huerto de Miguel», como han bautizado al espacio. Por el momento, son cuatro los animales que habitan allí y han conseguido la implicación de toda la comunidad educativa y despertar el interés por el proyecto en otros centros de España. Son los estudiantes los que se encargan de alimentar y limpiar el gallinero, así como de recoger los huevos, que utilizan luego para elaborar bizcochos y tortilla, que más tarde todos degustan.

El cuidado de las gallinas, que en breve tendrán ya nombre, y la labor de la huerta es «un aprendizaje continuo para los chicos», señala la responsable de ambas herramientas, la profesora Laura Sánchez. No sólo sirve para que los alumnos puedan «tocar» los contenidos que aparecen en los libros de Ciencias Naturales, sino también para aprender qué es la responsabilidad, el respeto y a respetar las normas.

Un acierto

Pero, además, ayudan especialmente a aquellos con más dificultades a la hora de relacionarse, asegura la docente, con vencida de que ha sido un acierto que las gallinas hayan llegado al colegio, donde estarán también el próximo curso, tras pasar el verano «de campamento» en las instalaciones adecuadas de las que disponen algunos de los profesores.

Todo un elenco de verduras y hortalizas cuidan semanalmente los alumnos del colegio Medalla Milagrosa de Zamora, en tiempo escolar, en la que resulta una de las clases preferidas para los estudiantes de quinto y sexto de Primaria. Son cerca de un centenar de alumnos los que, azada en mano, han acondicionado el huerto y, en función de la fase lunar, han elegido los días más adecuados para plantar. Estas semanas toca regar cuando no llueve, quitar las malas hierbas que salen y ver la evolución de la plantación. La recompensa llegará poco antes de final de curso, cuando dé sus frutos el trabajo realizado en una asignatura tan especial como original. Los escolares no sólo obtendrán buenas notas, sino que también se llevarán a casa sobresalientes cebollas, notables ajos, lechugas bien frescas y suficientes puerros para preparar una buena crema.

El profesor de este centro escolar zamorano que un día a la semana lleva a los alumnos al huerto, Toño Canseco, asegura que la motivación de los escolares, en general es «muy buena» porque «el hecho de salir al aire libre, ponerse unos guantes y coger una azada siempre les gusta». Son los estudiantes que tienen familiares directos que disponen de un huerto propio los más motivados. Además de hortícolas, trabajan con frutales y aromáticas.

El primer trimestre acondicionan el terreno, conocen los frutales y los rosales, el segundo aprenden las labores de poda de los árboles y a partir de febrero comienzan a plantar para en el tercer trimestre ver la evolución de la plantación y, al final, recoger los frutos. Además de llevarse cada alumno una muestra a casa, los excedentes se pretenden destinar a alguna labor humanitaria, bien sea dárselos a Cáritas u organizar algún mercadillo solidario.

El huerto escolar del colegio Medalla Milagrosa es el más extenso de la provincia, pero no el único huerto escolar. Al igual que este centro, la Diputación de Zamora ha promovido iniciativas similares en otros siete colegios, con un total de 270 participantes en toda la provincia.

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