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El presunto asesino de Castrillo: «No sé ni lo que he hecho»

El joven investigado por matar a un hombre y herir a otros tres con una escopeta pasa su primera noche en prisión

Llegada a los juzgados de Valladolid del presunto autor del crimen de Castrilli-Tejeriego

ISABEL JIMENO

Prisión provisional, comunicada y sin fianza. Es lo que decretó el juez después de tomar declaración durante menos de veinte minutos a Manuel M. B., el joven de 32 años presunto autor del crimen perpetrado en la madrugada del domingo en la localidad vallisoletana de Castrillo-Tejeriego que se cobró la vida de un hombre y dejó también heridos por disparos de escopeta a otros tres y que ayer pasó su primera noche en la cárcel de Villanubla . Será investigado por un delito de asesinato, otro de tentativa de homicidio y dos más de lesiones, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León después de que prestase declaración en el Juzgado de Instrucción número 1 de Valladolid, que estaba de guardia, pero que se inhibirá en este caso a favor del 6, dado que es el competente para investigar la causa por la fecha en la que ocurrieron los hechos.

En su breve declaración ante el magistrado, Manuel M. B., aseguró que «no recuerda nada desde las tres de la mañana hasta que fue detenido» . Un arresto que se produjo cuatro horas después del suceso, sobre las 10.10 del mismo domingo en las proximidades de la calle Arca Real, en Valladolid capital. Allí, con una «vigilancia discreta», lo esperaban los agentes después de que el joven hubiera emprendido la huida a bordo de su vehículo dejando tras de sí el rastro de la sangre de un fallecido y tres heridos más por los disparos de escopeta que realizó poco antes de las 6 de la mañana en el interior del único bar de Castrillo-Tejeriego, una localidad a menos de 50 kilómetros de la capital y escasos 200 habitantes que el domingo despertó en «shock» y con la incredulidad en el cuerpo por el dramático suceso.

«Es que no sé ni lo que he hecho», respondió Manuel a la prensa a su salida de los juzgados a la pregunta de si estaba arrepentido. Además, aseguró que estaba afectado por lo ocurrido, informa Efe. Al cierre de esta edición seguía siendo además una incógnita el paradero del arma empleada en el crimen. El joven no la llevaba con él ni estaba en el interior de su vehículo cuando fue detenido en Valladolid. Los agentes llevan buscando la escopeta de caza desde entonces, pero Manuel, que asegura tener una laguna de memoria de siete horas, no ha desvelado dónde pudo arrojarla en las cuatro horas que transcurrieron entre que efectuó los tres disparos y el momento en el que fue detenido.

Intentar dar con ella es uno de los motivos por los que su detención en la Comandancia de la Guardia Civil se ha prolongado más de 48 horas -el límite legal es de 72- antes de ser puesto a disposición judicial. Tampoco han trascendido las causas concretas de la supuesta discusión entre el presunto asesino y sus víctimas que desencadenó la tragedia.

En el momento del suceso, en la madrugada del domingo, además de Manuel, en el bar se encontraban la víctima mortal -un hombre de 46 años que fue enterrado en Valladolid y deja viuda y dos hijos pequeños-, el responsable del establecimiento -que resultó herido- y otros tres clientes más, de los que sólo uno se libró de los impactos de los disparos de escopeta. En un momento concreto, Manuel salió del establecimiento, fue a la vivienda familiar que sus padres tienen en Castrillo-Tejeriego, cogió el arma, regresó y efectuó los disparos. A un «cruce de cables» achacó la subdelegada del Gobierno, Helena Caballero, la precipitación de los acontecimientos.

Alcohol y estupefacientes

Manuel M. B., era cazador, tenía licencia de armas en vigor y permiso para cuatro -heredadas de su padre-. Vivía en Valladolid capital y tenía trabajo. El tener una vida «normalizada» es lo que hizo a los agentes vigilar su domicilio tras haber huido en un dispositivo con medios aéreos y terrestres. En sus antecedentes consta un delito «menor» por insultos y calumnias a un concejal hace diez años. En el pueblo, al que había vuelto el jueves después de un tiempo sin acudir, reconocen que era «problemático» . Desde que regresó había protagonizado varias discusiones. El mismo sábado con algún otro cliente, según reconocieron los vecinos, quienes recordaron que se pasó la tarde bebiendo y apuntaron al consumo también de estupefacientes.

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