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Artes&Letras / Cine

Películas para después de una guerra

La Seminci y el Musac preparan actividades de homenaje al desaparecido Basilio Martín Patino, el cineasta que burló la censura

Basilio Martín Patino I. BAUCELLS

BRUNO MARCOS

Fue Basilio Martín Patino un cineasta diferente. Él mismo afirmaba que sus películas no tenían nada que ver unas con otras, que eran todas distintas, aunque esto era solamente en apariencia porque en todas había algo común, el deseo de libertad.

Cuando la censura le hizo imposible seguir filmando lo que quería encontró en el montaje la escapatoria, la forma de seguir siendo libre cortando y pegando fragmentos de celuloide extraídos del gran yacimiento de la Historia. Bastaba con seleccionar bien, con alternar las secuencias adecuadamente, con crear una línea temporal que hablase sola e imprimirle al conjunto el tono preciso.

En algunas ocasiones fue suficiente con la banda sonora para que todo se volviera enteramente elocuente, como en «Canciones para después de una guerra», película en la que sucesivas escenas de la dura postguerra fueron tomadas del archivo y acompañadas por las coplas más conocidas de entonces para generar la sensación de una gran falsificación de la vida.

En otra producción de este tipo, titulada «Caudillo» de 1974, construye Patino una biografía de Franco con una acumulación de secuencias que se habían filmado a lo largo de los años para ensalzar al dictador. El resultado es altamente irónico. La sobreactuación vuelve esa biografía una ópera bufa en la que lo grandioso se torna paródico.

Poco antes había rodado «Queridísimos verdugos», largometraje en el que aparecen los últimos verdugos de España. Los tres personajes reales conversan, libremente y sin guión, rememorando con total naturalidad episodios de su profesión con el garrote vil. Patino logró en la pantalla una extraña familiaridad con los verdugos a los que se ve a la vez humanos y despiadados. El producto es el relato de una historia estremecedora de la brutalidad del país, mostrada en crímenes y ajusticiamientos igual de terribles.

Basilio Martín Patino fue especialista en esquivar los obstáculos que ponía la censura para expresarse con libertad, sin ir más lejos la película de los verdugos fue rodada clandestinamente, inserta oficialmente en una serie para televisión sobre oficios antiguos, pero también se dio cuenta de que crear con la actualidad de finales de la dictadura traía una pronta caducidad.

Consciente de ello abandonó, por ejemplo, el proyecto sobre el atentado a Carrero Blanco al ver la celeridad con la que los acontecimientos se desarrollaban en la Transición.

Gran cantidad de aquellos anhelos por cerrar un periodo de la historia de España con los que trabajó enseguida prescribieron, precisamente por cumplirse al llegar la normalización política y social. Se convirtieron paradójicamente también ellos en memoria, historia y archivo. Sin embargo la metodología, las técnicas narrativas, visuales, sonoras y de montaje que usó cobran cada vez mayor vigencia.

Seguramente a Martín Patino le sorprendió la España nueva que vino con la democracia, más lanzada a vivir la vida como una fiesta de la que se la había privado que a otra cosa. Ese español que empezaba a vivir y del que hablaba al citar a Machado en su primer largometraje, Nueve cartas a Berta, quizá tuvo una encarnación más parecida a la que él soñó en el que apareció, décadas después, en las acampadas de la Puerta del Sol, a las que acudió, habiendo ya cruzado el umbral de la ancianidad, para rodar su última obra, Libre te quiero.

La Semana Internacional de Cine de Valladolid, la Seminci, que le entregó la Espiga de Honor en 2002, además de dedicarle una retrospectiva completa entonces, quiere en esta 62ª edición homenajearlo de la mejor forma que se puede a un cineasta, volviendo a proyectar una de sus películas, Queridísimos verdugos, el día del cine de Castilla y León, el lunes 23 de octubre.

También el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) programa actividades este otoño en torno al autor salmantino, cuya obra cada día se acerca más al campo del arte actual.

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