La ‘oportunidad’ de Castilla y León para enmendar el ‘vacío’ de la Filosofía en Secundaria

‘Valores éticos’, la disciplina que se impartía hasta este curso como alternativa a la Religión , será una de las damnificadas de la Lomloe, la nueva ley educativa. En su lugar, se impartirá una materia llamada ‘Valores cívicos y éticos’, que será de una hora a la semana a lo largo de toda la Secundaria, tiempo «prácticamente inservible» para profundizar en cualquier contenido, opina Manuel Jesús Grillo, profesor en el IES San José de Calasanz, en Salamanca y vicepresidente de la Asociación de Profesorado de Filosofía de Secundaria . Duda de que con esa carga lectiva en los alumnos pueda «cuajar» la capacidad de juicio crítico y, además, añade, «otro problema es que a edades tempranas siempre se hace más complejo este tipo de trabajo, así que lo ideal hubiera sido poder contar con esta posibilidad sobre todo en cuarto de la ESO».

Sin embargo, el Gobierno, en un nuevo agravio a la rama de las Humanidades, ha decidido no incluir la Filosofía en el listado de optativas que los centros pueden ofertar en el último curso de la enseñanza obligatoria, decisión que dejan en manos de las comunidades. Castilla y León se ha pronunciado sobre el tema. El portavoz del Ejecutivo autonómico, Carlos Fernández Carriedo, ya aclaró entonces la intención de la Junta de que la Filosofía quede recogida entre las optativas del citado curso, aunque no detalló cuál sería la «fórmula», en estudio aún por los profesionales de la Consejería de Educación.

Saber si ‘Valores éticos y cívicos’ se podrá organizar de manera que se pueda trabajar el pensamiento crítico y racional, si se impartirá con una carga lectiva superior a una hora -límite mínimo establecido por la ley- y si se contará para ello con profesores adscritos al departamento de Filosofía son también algunas de las incógnitas que presenta el desarrollo curricular de Secundaria. Incluir estas deficiencias entre las ‘mejoras’ que aporte Castilla y León permitiría al menos «parchear» el error cometido por el Estado, apunta David Jiménez Castaño, presidente de la Olimpiada Filosófica y profesor del Departamento de Filosofía, Lógica y Estética de la Universidad de Salamanca, que ha trabajado ya en anteriores ocasiones en la adaptación de algún texto normativo para la Comunidad.

Para este doctor, que imparte entre otras asignaturas Historia de la Filosofía Moderna, el principal fallo de la nueva norma es que posibilitará concluir la etapa obligatoria de la educación sin haber cursado una sola asignatura que tenga que ver con la Filosofía. «Me parece tremebundo que puedan terminar la Primaria y Secundaria sin que les hayan explicado rudimentos morales. Es muy peligroso», sostiene Jiménez, para quien «es dificilísimo entender el funcionamiento de una sociedad sin conocer los principios básicos que dictan el comportamiento para con uno mismo y el que debe regir las interacciones entre los demás». Recuerda que él siempre transmite a sus alumnos la idea de que al margen de que piensen de una u otra manera, sean capaces de «analizar críticamente lo que vayan a pensar», hábito que ve importante adquirir cuanto antes. Critica también que «a nivel corporativo», los cambios introducidos podrían suponer «una importante amortización de plazas de profesorado: que sea optativa obligará a pasearse, a pedir caridad...», vaticina Jiménez, quien, por contra, ve positivo el peso que ganará la asignatura en Bachillerato -será obligatoria en primero y segundo-, aunque puestos a pedir le gustaría que en Castilla y León no se conformasen con las dos horas mínimas por semana impuestas por ley: «Está sonando bastante que se podría llegar a tres y me parece lo razonable».

‘Parcheado’ o no el error a nivel autonómico, los profesores de Filosofía se muestran dolidos por el incumplimiento por parte del Gobierno del acuerdo parlamentario alcanzado en 2018, que tenía por objetivo que esta disciplina estuviera presente en tres cursos consecutivos, uno de ellos en Secundaria: «Esto nos hubiera permitido hacer un desarrollo diacrónico, mucho más consecutivo y los alumnos hubieran adquirido una competencia más solvente», opina Grillo, para quien «por mucho que se enmiende, no va a haber ninguna propuesta que se acerque a esto», al margen de que recuerda que queda «al albur del desarrollo que haga cada comunidad». El último encuentro que mantuvieron los miembros de esta asociación con el departamento de Rocío Lucas fue el pasado 22 de diciembre, y hasta hoy están a expensas de su respuesta, ralentizada, cree, por la situación en funciones que vivía el Gobierno de la Junta hasta la pasada semana en la que se conformó el nuevo Ejecutivo.

Al igual que Jara, Juan Grande es otro de los alumnos que quedaron finalistas en la Olimpiada Filosófica de Castilla y León. Estudia Bachillerato tecnológico en el Colegio Leonés Jesús Maestro. Piensa que los ‘vaivenes’ que ha recibido la asignatura ley tras ley no le benefician en nada: «Cambiarla de curso en curso lo único que hace es dificultar su enseñanza». Tiene claro que lo suyo son «las ciencias puras», pero no minusvalora por ello la disciplina en liza y para expresarlo pone un ejemplo: «Mientras la Física nos explica qué es lo que tenemos alrededor y por qué se comporta de cierta manera, la Filosofía responde a por qué tenemos esto a nuestro alrededor».

Daniel Gutiérrez y Guillermo Villarías también asistieron hace unas semanas al citado certamen . Lo hicieron en representación del Colegio Maristas La Inmaculada de Valladolid, donde estudian, al igual que Juan, Bachillerato Tecnológico. Coinciden con él, además, en su forma de pensar, destacando su importancia para el resto de carreras: «En lo biosanitario es muy importante distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Si algo es ético o no debería llevarse a cabo por temas morales», apunta Guillermo. Y añade Daniel: «Te ayuda, además, a desarrollar tu propio pensamiento, que no te venga encasillado de los de arriba o de los medios de comunicación».

No será el caso de estos chicos, pero una parte importante de los alumnos que se han presentado año tras año a este certamen han acabado siendo estudiantes brillantes del grado de Filosofía, presume David Jiménez, para quien es paradójico que pese al desdén con el que se trata esta asignatura las matrículas no han dejado de crecer: «Este curso empezaron 80 y hace dos casi cien. Es una barbaridad». Además, destaca la nota alta con la que llegan, «en los últimos años, de 9 y pico», y lo considera reconfortante visto el devenir de esta disciplina en la educación obligatoria.