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Fernando Conde - Al pairo

The end is near

«Si a lo que se refiere este heterodoxo de la gerontología es a que vamos a envejecer sin arrugas, sin achaques, en plenitud de facultades y con la cabeza almidonada de cordura, entonces quizá la cosa cambie»

Fernando Conde

Ha afirmado Aubrey de Grey en Salamanca que en diez o veinte años tendremos al alcance de la mano terapias para curar el envejecimiento . Eso estaría muy bien si no fuera porque uno no tiene nada claro que envejecer sea una enfermedad ... y, mucho menos, que llegar a viejo e, incluso, morirse sea una desgracia. Todo depende de quién y cómo (imagínense ustedes un Stalin eterno o un Hitler sin fecha de caducidad; ¡qué horror!, ¡qué error!). Sin olvidarnos de que la verdadera enfermedad que causa el paso del tiempo no es el envejecimiento sino el acopio de soledad que suele traer aparejado. Basta con acercarse a cualquier residencia de ancianos para comprobar que ser viejo más que una suerte es una suerte… de condena. Aunque, si a lo que se refiere este heterodoxo de la gerontología es a que vamos a envejecer sin arrugas, sin achaques, en plenitud de facultades y con la cabeza almidonada de cordura, entonces quizá la cosa cambie. Eso nos evitaría escenas tan trágicas como las que publica el papel cuché cada mes y en las que la elasticidad de la epidermis se pone a prueba muy por encima de sus posibilidades.

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