Artes&Letras / Libros
La libertad es un libro
Ricardo Martínez-Conde aborda de nuevo la relación entre el poeta y el lector, al que atribuye la misión de re-crear el poema. En el libro editado por la Fundación Jorge Guillén, titulado precisamente «El lector», la poesía y el aforismo se nutren y complementan
El autor Ricardo Martínez-Conde
El subjetivismo de la poesía lírica lleva en entredicho desde que los románticos alemanes -que son los que lo pusieron en el candelero- comenzaron a sufrir el problema de la doble personalidad. «Poesía eres tú», escribía Bécquer. Nietszche empezó a liar la madeja al disolver ... al yo lírico en la naturaleza y en el cosmos; de ahí al «Yo es otro» de Rimbaud había un paso, y un poco más allá llegaba Gottfried Benn al describir el yo poético moderno como el desplazamiento de un «yo» hacia un «él». Aún así, la poesía lírica sigue identificándose popularmente con un ego que siente y piensa expresivamente. Por eso es poco común encontrar un libro de poesía que, desde el título, se sitúe en el extremo opuesto al poeta: El lector.
Ricardo Martínez-Conde, escritor en dos idiomas -castellano y gallego-, que ha cultivado, además del género poético, el relato, el ensayo y el aforismo, acaba de publicar un libro con ese título en la Colección Cortalaire, de la Fundación Jorge Guillén . No es la primera vez que el autor aborda la relación del poeta con el lector, sino que se trata de una constante en una obra de admirable coherencia, en la que la poesía y el aforismo se nutren y se complementan en un juego de vibrantes relaciones.
Para Martínez-Conde, el lector es un componente esencial de la creación poética, pues se trata del segundo protagonista del texto, cuya misión es re-crear el poema. El escritor no puede encerrar al lector en un laberinto de explicaciones, sino que, al contrario, debe proporcionarle la libertad. En consecuencia, el poema no lo muestra todo, pues hay que dejar espacio al pensamiento -a la imaginación- del lector. Pero esto no quiere decir que lo que se oculta sea un secreto o un misterio, sino que simplemente «lo oculto forma parte de lo que es verdaderamente», es decir, que simplemente no está, está al otro lado, donde «acaso alguien escucha». Lo oculto -finaliza el poema que estamos citando- «no es ajeno; soy yo mismo»
.Y esto nos lleva a otra de las claves de 'El lector', que viene indicada por la cita de Fernando Pessoa que aparece en la primera página: «La naturaleza es la diferencia entre el alma y Dios», que pertenece en realidad a un semi-heterónimo del escritor portugués, Bernardo Soares, el autor del Libro del desasosiego . El poema central del libro -el que físicamente se encuentra en el medio de la segunda parte de las tres que forman 'El lector'- está dedicado «A Bernardo, in memoriam»; y otras son las señales que indican el vínculo entre esta obra y el Libro del desasosiego: la observación íntima pero distante -«Vivir es ser otro», decía Soares-, el pensamiento aparentemente desordenado en fragmentos, la alabanza de la soledad, o el estado consciente de melancolía. Esta morriña como estilo o forma de estar en el mundo la resume Martínez-Conde con claridad precisa: «¡Qué triste alegría!».
El poema no lo muestra todo, pues hay que dejar espacio al pensamiento
Es la inquietud la que invita al lector a obtener sus propias respuestas y formar su visión del mundo
Tanto para Bernardo Soares como para Ricardo Martínez-Conde, estos elementos que acabamos de enumerar son los pilares de la libertad, que es en definitiva lo que ellos entienden por cultura: en otro de los magníficos poemas de 'El lector' escribe Martínez-Conde que «El libre es aquel que ha de distinguir / en el camino». Porque ha de enfrentarse a algo que es consustancial al pensamiento y que es el germen de esa emancipación de la conciencia: la duda. Sin ella, el texto como punto de unión entre el escritor y su destinatario carece de sentido, pues es la inquietud la que invita al lector a obtener sus propias respuestas, a formar su propia visión del mundo. El libre, nos recuerda Martínez-Conde, es «el que conoce el tono y conoce / el gesto de su dignidad porque sabe esperar, / el que siente alegría por mirar».
En nuestra mano queda recoger la invitación de Ricardo Martínez-Conde y convertirnos en ese lector al que no le da miedo reflexionar sobre la naturaleza de las cosas y sobre el paso del tiempo, que acepta las dudas como una oportunidad para ejercer su libertad, y que en ese ejercicio de libertad asume y reinventa su propia cultura.