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artes plásticas

La inmensidad íntima de Joel Shapiro

El artista, que ha ido modulando sus obsesiones a lo largo de sus 40 años de trayectoria, se ha hecho un hueco propio en los complejos «pasajes» de la escultura moder

La inmensidad íntima de Joel Shapiro sophie boegly

fernando castro

La fórmula «menos es más», de raigambre minimalista, junto a la sentencia mística de que «el buen dios está en los detalles» ha tenido un influjo enorme en las tres últimas décadas del siglo pasado; de la arquitectura a la gastronomía, de la moda a ... la escultura, de la escritura a la música, el reduccionismo ha terminado por imponerse como el estilo internacional tras la oleada pop que vino a cerrar el gestualismo matérico que fue el código vertebral del modernismo estético. Joel Shapiro (Nueva York, 1941) es, sin ningún género de dudas, un «heterodoxo» de esa corriente que tiene como grandes exponentes a Donald Judd, Sol LeWitt o Agnès Martin. Si sus primeros trabajos tenían que ver con esa tendencia, afín como es sabido al plegamiento conceptualista, con esculturas de formas geométricas simples, no ha sido, en sentido estricto, un seguidor ortodoxo de ese nominalismo obsesivo. Ajeno a la geometrización y rigidez canónica de los «objetos específicos» y contrario a las propuestas «desmaterializadoras», Shapiro apostó por un estilo personal en el que va de lo arquetípico a la evocación poética.

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