¿Habría frenado el carbón la subida del precio de la luz?
El mineral sería ahora más caro, pero habría evitado depender tanto de fuentes de energía que se importan
En noviembre de 2018 cerró el último pozo de la Comunidad y con él acabó la única energía «de respaldo»
Diego L. González
La subida desorbitada de los precios de la luz en España suscita cada día más preguntas. Y entre esos interrogantes, convendría aclarar qué pasaría si el carbón, en especial el autóctono, siguiera todavía en el mix energético nacional. ¿Se habría podido frenar esa tendencia? Es ... la primera vez que el carbón está fuera del debate sobre la producción de energía en el país. No hay carbón propio, desde que cerró la última explotación carbonera de Castilla y León en noviembre de 2018, el pozo ‘Salgueiro’ de la empresa Uminsa en Torre del Bierzo (León). Y hoy, en las cuencas mineras existe una convicción generalizada de que su supervivencia habría contribuido a contener la subida de precios. Pero esa sensación se encuentra con argumentos que no lo ponen tan claro.
Lo cierto es que el carbón, el único combustible fósil que se podía obtener en España, aportaba la única energía considerada «de respaldo». Sin ella, el país está mucho más expuesto a los cambios en el mercado internacional del gas natural, que actualmente se ha convertido en la principal fuente de generación de electricidad. Las centrales de ciclo combinado españolas -aquellas que queman gas para producir energía- trabajan, casi, a pleno rendimiento y sus aportaciones a la red eléctrica superan diariamente porcentajes del 30 por ciento. La contribución del carbón, de importación, es residual y apenas llega al tres por ciento. Las grandes térmicas que quemaban el mineral están desmanteladas y en proceso, más o menos avanzado, de demolición. Algunos especialistas ya lo avisaron cuando se decidió prescindir radicalmente del carbón.
De ello parece estar seguro el consejero de Economía, Carlos Fernández Carriedo , quien, en las Cortes autonómicas, defendió «sin duda» que haber «dado de baja los 2.110 megawatios de potencia con carbón en la comunidad está contribuyendo al alza de los precios del mercado mayorista de la electricidad». Para el consejero, la aplicación de «criterios ideológicos en esta materia por parte del Gobierno de España está teniendo efectos perjudiciales directos sobre los consumidores».
Daba estabilidad
«Consecuencias erróneas de un cierre total de la minería en 2018. El carbón era el combustible que daba estabilidad a la producción de energía, porque sabemos que las renovables dependen del viento, el agua o el sol». Quien lo dice es Pedro Monasterio, de 64 años, actual presidente de la Agrupación de Municipios Mineros de Castilla y León y primer teniente de alcalde en el ayuntamiento berciano de Fabero (León), por el PSOE. Es un veterano minero, que trabajó entre 1976 y 1994 en la compañía carbonera ‘Combustibles de Fabero’, hasta su posterior recolocación en Unión Minera del Norte. Se prejubiló en el 2000 y antes, fue secretario general de la Federación Minera de Comisiones Obreras en Castilla y León. «Con precios descomunales y desconocidos en la factura de la luz, pienso en cuánto se demonizó el carbón y cuando había ministros que decían que estaba encareciendo los recibos eléctricos». Era una sentencia demasiado habitual en la España de hace un par de décadas: «sube la luz, culpable el carbón». Pero ahora queda demostrado «que no es así», señala, convencido, Monasterio, quien reprocha que los políticos que tenían la obligación de controlarlo, «no se preocuparon de un cierre precipitado y poco reflexionado. Deberían haber mantenido cierta capacidad en las centrales térmicas de carbón para momentos puntuales o de necesidad». El ex minero y ex sindicalista concluye que el carbón «también servía para regular los precios».
Pedro Monasterio (Municipios Mineros): «Las térmicas deberían haber mantenido cierta capacidad para momentos puntuales o de necesidad»
Pero esa opinión contrasta con la del presidente de Carbunión, patronal carbonera española que aún subsiste a pesar de que ya no quedan minas. Es Pedro Iglesia y cree que no hay una ecuación directa entre quemar carbón y que la luz sea más barata. «Evidentemente, hubiésemos tenido que quemar menos gas (más caro). Pero también hay que tener en cuenta que en los dos últimos años, el precio del carbón internacional se ha triplicado y ahora cuesta unos 160 dólares por tonelada, frente a los 50-60 de 2018. Y además, está el problema de las emisiones de CO2, que hubiese encarecido la generación con carbón . Ahí, el precio de la tonelada se ha multiplicado por dos». Aunque parezca tirar piedras sobre su tejado, no encuentra «conclusión evidente de que la utilización de carbón hubiese mejorado el precio final de la energía». Pero, a pesar de ello, Pedro Iglesia proclama que si se hubiera preservado el carbón «está claro que tendríamos entre 2.500 y 3.000 empleos directos, más los indirectos, y no tendríamos que estar pagando prejubilaciones y jubilaciones anticipadas. Aunque como país no hubiéramos sido tan verdes, habría otra realidad social y actividad económica en regiones como el Bierzo, Laciana, las cuencas asturianas y la zona de Andorra, en Teruel ». Es un panorama que contrasta con la realidad de países como Alemania o Polonia, donde la energía es más barata y la fuente principal sigue siendo el carbón. Iglesia resalta que cada estado utiliza «sus recursos y sus peculiaridades. Alemania usa menos gas porque quema más lignito. Su producción está declarada de interés nacional porque son muchísimos puestos de trabajo. Una situación parecida se vive en Polonia.». Y esa reflexión es la antesala de una sentencia final. El presidente de Carbunión recuerda que en España «nos pusimos a la cabeza de los verdes y fuimos promotores del plan de cierre del carbón en Europa. Una quijotada. Estábamos convencidos de que todo el mundo iba a cumplirlo, pero Alemania, Polonia, Grecia, Chequia, Italia, Eslovaquia, se buscaron la vida con tretas y artimañas. Ellos han seguido con su carbón. Nosotros fuimos, y la palabra no suena muy bien, talibanes en ese sentido», concluye Pedro Iglesia.
Pedro Iglesia (Carbounión): «Alemania, Polonia, Grecia... Han seguido con el carbón. Nosotros fuimos talibanes en ese sentido»
Desde la administración autonómica, el director general de Energía, Alfonso Arroyo, sostiene que el mantenimiento de una reserva de carbón autóctono «podría haber modulado precios en este tipo de situaciones. No se dependería tanto de fuentes de energía que hay que importar y cuyos precios no están en nuestra mano». En todo caso, también aclara que el precio del carbón «tampoco sería tan bajo como de antes, porque ahora están disparados los precios de los derechos de emisiones de CO2».
En todo caso, frente a ese problema de las emisiones de dióxido de carbono, España también tenía una solución. Y estaba en el Bierzo, al lado de minas y térmicas. En otoño de 2012, la Fundación ‘Ciudad de la Energía’ (Ciudén) culminó con éxito el proceso de captura de ese gas. Era el primer paso para evitar la emisión a la atmósfera de vapores de efecto invernadero.
Un hito relegado al ostracismo
Fue un hito para la investigación española, logrado en una planta única, modélica y «pionera a nivel mundial», según determinó la Agencia Internacional de la Energía. La plataforma había sido impulsada por el gobierno socialista del leonés José Luis Rodríguez Zapatero como avanzadilla en la lucha contra el cambio climático y garantía de supervivencia de un «carbón limpio». Costó 115 millones de euros, con 96 millones de ayudas europeas. Pero las eternas luchas entre PSOE y PP, unidas a denuncias de nepotismo en la gestión, propiciaron que el ejecutivo de Mariano Rajoy apagara el interés por este proyecto. No importó la exclusividad de sus equipos y laboratorios. Ciudén fue perdiendo financiación y quedó relegada al ostracismo, casi hasta su desaparición. En todo caso, el golpe mortal lo había dado Endesa, cuando rechazó aplicar los logros obtenidos, a escala industrial, en su térmica de Compostilla, junto al Centro de Desarrollo Tecnológico de Ciudén. La compañía eléctrica argumentó que la captura y el almacenamiento de CO2 provocaría un aumento excesivo del precio de la energía. Nada comparado con las tarifas actuales.
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